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Posiciones ideológicas en la literatura

RAÚL MUÑÓZ DE LEÓN

Escritor español que nace el 28 de diciembre de 1872 en San Sebastián. Estudió la carrera de medicina en Madrid y Valencia, doctorándose en 1893, pero poco tiempo ejerció como médico, para dedicarse a la literatura.

Hombre solitario y pesimista, cuyo carácter se refleja en su diversa y abundante obra literaria.

La influencia de Emanuel Kant, de Arturo Shopenhauer y de Federico Nietzche, alemanes los tres, se refleja en la concepción filosófica de este autor, quienes desarrollaron en él un profundo anticristianismo, rasgo de su personalidad que mantuvo hasta su muerte. No fue partidario de ninguna tendencia política, y fue severo crítico del socialismo y del fascismo. Estoy tratando de describir el perfil de Pío Baroja.

Sus Memorias, subtituladas "Desde la última vuelta del camino", aparecieron entre 1944 y 1948. Ingresó a la Real Academia de la Lengua Española en 1935; emigró a Francia cuando estalló la guerra civil española, retornando en 1940. Se instaló en Madrid alejado de toda actividad pública; falleció en la capital de España el 30 de octubre de 1956; vivió, pues 84 años.

Los abreviados datos biográficos de este destacado literato, son útiles como introducción para decir que fue Pio Baroja precisamente, quien afirmó "que tanto en la política como en la literatura existen dos tendencias: derecha e izquierda". La primera es lo clásico y tradicional; la segunda es lo moderno, lo nuevo que busca nuevas formas de expresión.

De izquierda era Cervantes porque en sus obras usa el lenguaje popular; en cambio, Quevedo es de derecha, como clásico que era. Hombre del Renacimiento y humanista, con su cultura grecolatina aprendida en las aulas de la Universidad de Alcalá de Henares donde, bajo el auspicio y dirección del Cardenal (Gonzalo Jiménez) Cisneros, se imprimió la Biblia Complutense, hermana de aquella políglota Biblia Regia, editada en Amberes por mandato de Felipe II.

En México se tienen bien trazadas las líneas fronterizas de estas dos tendencias ideológicas. Al decir derecha o izquierda, no se hace referencia a ideas políticas, sino del estilo, de la lengua en que se expresan los autores. Se puede ejemplarizar la izquierda con Azuela, con Revueltas, con López y Fuentes, porque se expresan en lenguaje popular y la gramática se separa de lo castizo, están pegados al solar patrio y abordan temas que acontecen en México, sucesos naturales del hombre de la calle.

En el otro grupo se enlistan aquellos escritores que usan un lenguaje perfecto en su construcción gramatical, extraído de manera directa de la novela costumbrista española. Autores que fueron a España y aprendieron el español, como se dice vulgarmente, "mamándolo directamente de la vaca". Vivieron en la Península, se familiarizaron con el lenguaje popular de allá, idéntico al usado por los costumbristas; ejemplos de esta corriente son Alfonso Reyes, Martín Luis Guzmán, Enrique González Martínez, Rubén Salido Orcillo, José Rubén Romero y Jaime Torres Bodet, entre otros.

Sobre el tema, leemos en el Cuaderno de Trabajo del Taller de Redacción del maestro Roberto Oropeza Martínez, citando a César Garizurieta: "Los tratadistas en cuestiones estéticas a lo Hegel, casi han aprendido a hacer de lo bello una ciencia rígida, sujeta a leyes universales. Ojalá se descubriera, para que fuera el tronco, el principio maternal del conocimiento de lo sublime, y así colocar las artes bajo los cánones de los nuevos métodos de investigación científica".

"En nuestros años juveniles de la preparatoria, con la carta de presentación del texto de Ganot y Manouvrieur, galanteamos a la física como a una dama porfirista, toda recato, compostura y rectitud. Nos reíamos de aquel filósofo jónico que desmenuzaba la materia como migajón de pan de chino; dudábamos del llorón de Heráclito y del hilarante Demócrito. Pasaron los años; unos señores que no son de casa: Einstein, Infeld, Plank y Eddington "flapperizaron" la física, la vuelven una descocada "Tongolele", que rumbea átomos, electrones y protones, en rítmico vaivén afrocubano; o bien, que en la belleza diamantina de María Félix hay energía nuclear tan explosiva y peligrosa como la que contienen los cigarros de sorpresa para los gorrones".

"Hay dos términos que de tanto atornillar y desatornillar, los filósofos los han trasroscado; me refiero a la cultura y a la civilización. La razón es bien sencilla: en lugar de arrojar los conceptos, los meten en el píloro del pensamiento para su digestión". (excelente figura metafórica).

"Tenemos una cultura muy especial para ver las cosas; somos alilógicos, es decir, tenemos una lógica para el consumo doméstico; no es racionalista de abstracción. Sabemos el concepto pueril de "el gato bebe leche" que aprendimos en el método Rébsamen".

"No tenemos más que dos abstracciones: el diablo, concepción infantil, y Dios, que corresponde a los adultos. Entendemos con ejemplos; esto y aquello se parece a lo de más allá, y nada más; así, pues, nos explicamos que un ostión en la concha sea la civilización, y la perla, la cultura, por ser la secreción del ser. Lo mismo podemos decir de los pueblos: primero se crea el mundo material y después el mundo espiritual, que es donde nace la cultura. Ya Spengler, había considerado a las culturas como organismos que nacen crecen, se reproducen y mueren".

Sigue diciendo Garizurieta: "México es una especie de Jano bifronte -con formas de vida y sociabilidad en vías de formación- con una cara española y la otra indígena y su resultante: el mestizo. De aquí que todo lo que se afirme del mexicano debe decirse con la mayor cautela, principalmente cuando se establecen hipótesis de carácter social. Debemos juzgarnos con espíritu mexicano y no desde un ángulo europeo. Conviene situarse de acuerdo con la relación tiempo y espacio, entendiendo lo primero con lo cronológico, y lo segundo con ubicación simplemente geográfica. Hay que ver las realidades que tenemos enfrente, no las abstracciones. Un inspector de policía, en sus fichas de filiación para los delincuentes, usará para identificarlos retratos de frente y de perfil, sin retoque; pero de ninguna manera retratos cubistas de Pablo Ríos Picasso".

"Si en una milpa se coloca un espantapájaros común y corriente, con un sombrero de petate y ropa de manta amarilla, el tordo se espanta y no destruye el maíz; pero si se pone uno de etiqueta, con frac y sombrero de copa, el pájaro lo picotea. El mundo de la intuición de las aves es realista por excelencia; lo mismo suele suceder con los hombres".

Indudablemente, comenta Oropeza Martínez, podemos sentir la manera particular que tiene César Garizurieta para usar sus filosos estiletes, la gracia peculiar de sus imágenes que eran producto de su privilegiada agilidad mental.

Observemos que no se trata de nada que se adorne colgándose adjetivos, sino que se buscan razonamientos válidos, ejemplos certeros por la precisión con que el crítico los cita, se maneja la ironía; y sobre todo se van proponiendo soluciones posibles y positivas, que esto debiera ser siempre el objetivo fundamental de toda crítica. Al mismo tiempo es un Ensayo porque toca un tema y lo desmenuza. Desde el título, su autor César Garizurieta, destaca la intención analítica, enjuiciadora del estudio al que llama "Longitud y Latitud de la Literatura Mexicana". Hay que leerlo.

Por mi parte, puedo decir con cierto orgullo, que tuve la fortuna como muchos estudiantes de mi época, de tener en la preparatoria a un maestro de filosofía, psicología y literatura, tres cátedras en las que trasmitió un cúmulo de conocimientos y sembró en nosotros valores y actitudes para enfrentar el mundo y la vida.

Aun cuando nada escrito dejó, la exposición oral de su cátedra era esperada por nosotros con ansia y entusiasmo, por la brillantez de su pensamiento y la claridad conceptual de su exposición. Estoy hablando del maestro Antonio Hernández y Souza, a quien considero debe ser ubicado en el sector izquierdo de la literatura y de la filosofía. Nos puso en contacto con los gigantes del pensamiento filosófico: Sócrates, Platón, Aristóteles, Cicerón, Plauto y Terencio; indicándonos el camino de la investigación para llegar al conocimiento. Nos enseñó el sistema cartesiano de la duda metódica; no renunciar al conocimiento, sino ponerlo en duda como método para llegar a la verdad. Al final, en eso consiste "cogito, ergo dubito; dubito ergo sum": pienso, luego du

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