1821, un brillante joven militar del ejército virreinal logró rebasar a todos los viejos mariscales coloniales; utilizó a los insurgentes, sus antiguos enemigos, sumándolos a su proyecto. Había sido un ardiente defensor del virreinato; más tarde consumaba la independencia de México. A la edad de 39 años, con el apoyo de los hombres más poderosos, se coronó emperador del vasto imperio mexicano. Aquellos sueños de poder nacidos en Celaya, donde fuera acusado de corrupción y perseguido por la Inquisición, la que nunca pudo probarle delito, con la creación del ejército Trigarante, se consolidaban como ambición. El ministro plenipotenciario gringo, Joel R. Poinsett le ofreció la seguridad de su trono a cambio de la cesión de los territorios norteños, pero él se negó y esa fue su perdición.
Benito Juárez García, fue gobernador interino de Oaxaca en su época santaannista; aunque luego se distanció del dictador y creo su propio partido político que lo llevaría, en 1858, a la presidencia de la república, justo cuando la Reforma liberal transformó radicalmente al país. Se enfrentó denodadamente a los conservadores que buscaban mantener sus privilegios de amos de México. Luchó contra el segundo imperio saliendo siempre triunfante; ello lo convirtió en un tirano, como lo definirían tanto Guillermo Prieto como Justo Sierra. Tras mantenerse en el poder a toda costa hasta su muerte, provocó conflictos y rebeliones con Sebastián Lerdo de Tejada; Jesús González Ortega; José María Patoni y Porfirio Díaz, entre otros; ellos creían que ya les correspondía la presidencia; su ambición era similar a la de Juárez, pero él contaba con el apoyo norteamericano que le dio el tratado Mc Lane - Ocampo.
El 16 de abril de 1910; Francisco I Madero, candidato oficial del partido Anti-reeleccionista a la presidencia, visitó al viejo dictador Porfirio Díaz en el castillo de Chapultepec. Los sueños de poder de Madero le llevaron a proponerle a Díaz que, si lo nombra a él vicepresidente, pararía toda la oposición; (se creía, con justificada razón, que don Porfirio no sobreviviría al período 1910-1916 y su vicepresidente sería el nuevo amo). Porfirio Díaz no aceptó y Madero continuó su campaña política hasta su aprisionamiento. Con su plan rebelde realizó la llamada "falsa revolución" provocando la renuncia de Díaz. A Madero ya no le acomodaba el "Partido anti-reeleccionista" porque limitaba su poder y creo el "Partido Constitucional Progresista" integrado por muchos porfiristas renegados; con él ganó las elecciones extraordinarias de 1911. Su ambición de poder se había consumado plenamente.
De 1954 a 1970 México vivió en el llamado "Desarrollo Estabilizador"; modelo económico que buscaba equilibrar al país en un mundo caracterizado por el proteccionismo de la industria nacional. Los presidentes de ese sistema eran burócratas que jamás habían ocupado un cargo de elección popular, su poder absoluto provenía de un partido fascista hegemónico. Ruiz Cortines, López Mateos y Díaz Ordaz mantuvieron esa línea; luego vinieron tres sexenios de atrocidades neoliberales que acabaron con esa etapa y llegó el máximo tecnócrata: Salinas de Gortari, un hombre sagaz; quien después de su mala experiencia de nombrar a dos sucesores inteligentes: Colosio y Zedillo; decidió que ya jamás nadie le haría sombra y designó a sus dos siguientes títeres incondicionales, obedientes y sumisos para los sexenios pos-panistas.
2018 se caracteriza ya no tanto por una elección histórica y determinante del futuro nacional, sino por la encarnizada lucha entre facciones, la que muy seguramente no acabará el día de los comicios, sino que dejará secuelas muy lastimosas, incluso años más tarde. Existen ciertos rasgos de los candidatos actuales con los personajes antes mencionados, en algunos casos ellos mismos se autoencarnan.
Ricardo Anaya; brillante, pero muy ambicioso; dejó en la lona a jerarcas de su propio partido y no tuvo empacho en utilizar cualquier medio para alcanzar sus objetivos personales. Con pocas propuestas, se dedica más a atacar al puntero y se pierde en ese camino; tiene dos sombras muy negras como antecedentes y él nada ha hecho por enderezar su nave.
AMLO: posiblemente soñador hasta 2006; pero convencido de que hubo fraude, sufre "paranoia de poder"; se autodenomina "Presidente Legítimo" y cae en la ambición de llegar, a como dé lugar, a la presidencia; siente que está llamado a grandes empresas nacionales; "Quiero llegar a hacer lo que hizo Benito Juárez, lo que fue Francisco Madero..."; expresó; y, de acuerdo al análisis arriba ofrecido de ambos personajes; si existe realmente cierto parecido en esas actitudes y hasta partido político. Buen mercadólogo; durante 12 años ha estado, casi a diario en los medios; para bien o para mal, pero ahí está presente.
Meade, sus críticas intrascendentes, carentes de imaginación y con baja ironía lo muestran como un burócrata cumplido, exactamente como aquellos del desarrollo estabilizador; sólo que ahora el mundo es globalizado y la realidad mexicana ha dado un giro inmenso. Su visión primitiva ya no cabe; siendo secretario de Hacienda logró la histórica deuda pública más grande de México (48% del PIB); deja a pagar este año 502,692 millones de pesos, sólo por comisiones e intereses: "nombre, es un genio". "Yo mero" habla de honestidad, pero no explica la "estafa maestra" en la que se vio involucrado; se codea con los corruptos del que "no es su partido" y bueno, ellos son de casa, ni modo... Pero, invita a Armando Ríos Piter, consumado defraudador quien buscó una candidatura independiente presentando, según datos del INE: 616,536 firmas falsas, incluyendo ciudadanos muertos que se levantaron de la tumba para firmarle ¿Eso es rectitud? Finalmente, en su equipo de campaña "sin duda" nada es propuesto por él; "sin duda" todo es impuesto; ¿suya es pues la decisión de que ahora su jurásico partido sea dirigido por un tiranosaurio?
