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La campaña que no funciona

SIN LUGAR A DUDAS...

PATRICIO DE LA FUENTE
“La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes”.

— Charles Bukowski

A partir de una serie de variables de sobra conocidas, el descrédito de la marca PRI es grande como nunca en su historia. A menos de dos meses de la elección todavía no hay nada escrito pero se anticipa que la derrota del tricolor será estrepitosa, superando incluso a las de 2000 y 2006.

Sin temor a equivocarme, estoy seguro que la elección será entre dos: el puntero Andrés Manuel López Obrador de la coalición Juntos Haremos Historia, y Ricardo Anaya de Por México al Frente.

Y es que tras el primer debate, Anaya se consolida como un claro segundo lugar, y ha acortado su distancia según casi todas las encuestas y el compilado conocido como “poll de polls”. Si nos basamos en sus dotes oratóricas y desempeño en foros públicos, podemos anticipar que también en el próximo debate Ricardo Anaya observará un buen desempeño.

No sólo no habrá Presidencia de la República ni mayoría en el Congreso para en PRI, sino tampoco la mayor parte de las 9 gubernaturas en disputa. Tan grande se anticipa el fracaso en puerta que ya se habla tanto de cambios y ajustes en el equipo de campaña, como en la propia presidencia del CEN tricolor.

Al momento en que escribo éstas líneas, se confirma que René Juárez Cisneros será el nuevo presidente del CEN priista en sustitución de Enrique Ochoa Reza.

También, trascendió que varios distinguidos priistas habrían declinado quedarse al mando del partido. No los culpo, ¿quién querría ser timonel de un barco a la deriva o en pleno hundimiento?

Aunque en la campaña de José Antonio Meade hacen lo imposible por desasociarse tanto del Gobierno como de la propia marca, imponderables que salen de su control los persiguen al punto de que la narrativa del candidato sencillamente no funciona ni da visos de que será efectiva en los 57 días restantes antes del período de veda.

No funciona que lo sepamos honesto, preparado, con un entorno familiar de primera y credenciales indisputables tanto en lo académico como en la experiencia de haber sido pieza clave en tres distintos gobiernos.

No funciona que nos diga que no tiene militancia y que será distinto a la generación de políticos más cleptocrática de nuestra historia reciente. No funciona porque hasta ahora no cimbra, no convence, ni entusiasma del todo aún entre los sectores donde cualquier ex secretario de Hacienda es popular.

Sí, se trata de un hombre inteligente y articulado, honorable, es un tipazo en toda la extensión de la palabra. No funciona porque muchos siguen esperando que salga a romper con su jefe, el presidente, y a desmarcarse de todo lo que representa, para bien y para mal, Enrique Peña Nieto y su grupo.

No funciona porque aunque su calibre intelectual es evidente, Meade no ha sabido conectar con las masas, ni con los indecisos, y las campañas se ganan moviendo fibras, no asemejándose al burócrata de las caricaturas.

No funciona porque el candidato parece confundir la lealtad con la sumisión y como bien dijo José López Portillo: en política hay que romper para estabilizar.

Cualquier presidente en funciones entiende, y hasta cierto punto debe ser promotor de que su sucesor se desmarque, rompa, emprenda otros caminos. Podemos regatearle algunas cosas a Enrique Peña Nieto, todo menos su innegable pragmatismo y capacidad operativa. Por ello, lo que debiese hacer el mandatario es animar a Meade a que salga y lo golpee, aunque sea tantito, en aras del proyecto. Sin embargo, todo apunta a que eso no pasará.

No funciona Meade porque parece haber abierto varios frentes: leal a su equipo de siempre pero atado a las faldas del grupo compacto del presidente, supeditado a los caprichos de su amigo Luis Videgaray, amarrado a los vaivenes del Grupo Toluca, una especie de Altacomulco reloaded pero más perverso y menos sofisticado.

No funciona porque se nota un tanto distanciado de la estructura del PRI tradicional y sus operadores clave, aquellos de los que habría que echar mano especialmente el día de la elección: Osorio Chong, Gamboa Patrón, Manlio Fabio Beltrones, etcétera.

No funciona Meade y eso han comenzado a entenderlo diversos grupos de interés. No es fortuito que, tras el debate, se empiece a hablar de voto útil y de indecisos, de amarres, enroques y declinaciones.

No, no funciona la campaña de Meade. En estos tiempos, la marca PRI resultó no sólo negativa, sino que visos de ser un auténtico ataúd para las aspiraciones de cualquiera…

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Escrito en: sin lugar a dudas

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