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Día Internacional de la Madre Tierra 2018, nada que celebrar

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

Como cada año, el 22 de abril se conmemora el Día Internacional de la Madre Tierra, muchos mensajes explícitos e implícitos nos llegan en este día buscando un cambio de actitud o por lo menos que nos demos cuanta de lo que nuestras actividades han ocasionado al planeta. GAIA como se le conoce también a nuestro bellísimo planeta azul, desde su abrupta creación, ha pasado por diferentes vicisitudes en el transcurso de su historia natural: reacomodamiento de las capas terrestres, calentamiento global, cambio climático y pérdida de biodiversidad, todas ellas producto de su propia dinámica o causadas por accidentes como la colisión de un meteoro con la tierra en un punto cercano a la Península de Yucatán, que ocasionó una mega pérdida de biodiversidad, incluidas las especies que dominaban el planeta: los dinosaurios.

Nuestro noble planeta salió adelante a todos estos terribles cambios, propiciando la creación de nuevas condiciones ambientales y con ello el resurgimiento de la vida en nuevas formas verdaderamente espectaculares. La vida continuó desarrollándose y nuevas especies aparecieron, entre ellas el Homo sapiens. En los últimos diez mil años de su historia, el hombre inventó la agricultura y la ganadería y fundó los primeros estados, pero al final de este periodo de tiempo, para ser precisos, en los últimos 200 años, a partir de la invención de la maquina de vapor ocurre la transición de una economía fundamentalmente agrícola a una economía industrial y como consecuencia, ocurren las más grandes transformaciones económicas, tecnológicas y sociales de la historia del hombre.

Nadie puede negar los beneficios de este gran salto de la humanidad, el mejoramiento del bienestar de la gente fue evidente y sentó las bases de un modelo de desarrollo económico que actualmente persiste. Sin embargo, a este modelo de desarrollo se le olvido que sus actividades tendrían un impacto sobre los recursos en los que basaba su crecimiento.

Cada vez que ocurra un crecimiento económico en un país o en una región determinada, debemos entender que se hace a partir de los recursos naturales tanto renovables como no renovables. No se hace en el lujoso escritorio de un político, no está en las manos de nadie, ni en un papel, porque eso parece cuando con demasiada facilidad se hacen promesas de importantes tasas de crecimiento anual.

El punto es que los recursos naturales en los que se basa el mejoramiento del nivel de vida de las personas, están muy menguados y los problemas ambientales ocasionados por la agricultura y ganadería intensiva, por la deforestación y tala de selvas húmedas, los procesos de producción industrial, que generan millones de toneladas de residuos, la quema de combustibles fósiles, la minería, entre otros, han enfermado al planeta y el síntoma mas claro de esto es el aumento de su temperatura.

Por otro lado, hay un fenómeno demográfico que dificulta detener la tendencia de deterioro y degradación de la naturaleza: la migración rural a las ciudades. En México, de acuerdo con el INEGI, debido a la constante migración del campo a las ciudades, el número de habitantes de localidades urbanas ha ido en aumento; en contraste, el de las rurales ha disminuido. En 1950, poco menos de 43% de la población en México vivía en localidades urbanas, en 1990 era de 71 por ciento y para 2010, esta cifra aumentó a casi 78%.

La demanda de recursos se incrementa en una proporción mayor al crecimiento de la población urbana, mas vivienda, más medios de transporte público y privado, mayor consumo de energía, más necesidad de agua, más impermeabilización de terrenos, caos vial, entre otros; las consecuencias ambientales de este crecimiento exacerban los problemas ya existentes: peor calidad del aire, menor cantidad y calidad del agua, degradación de tierras y ecosistemas, islas de calor, y muchas más.

Frente a estas tendencias ¿tiene el planeta y la humanidad alguna oportunidad? Yo pienso que si. Contamos con un modelo de desarrollo alternativo, el desarrollo sostenible, con nuevas conceptualizaciones económicas como la economía verde y la economía azul, y con una tendencia lenta pero positiva en la toma de conciencia de los tomadores de decisiones y del público en general.

Esto es lo más importante, solucionar nuestra sordera y ceguera, y vencer nuestra propia indiferencia para corregir nuestras acciones pasadas y dar nueva vida a nuestra querida madre tierra.

Termino con las siguientes palabras de Ernesto Sabato: "Les pido que nos detengamos a pensar en la grandeza a la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a valorar la vida de otra manera. Les pido ese coraje que nos sitúa en la verdadera dimensión del hombre. Todos, una y otra vez, nos doblegamos. Pero hay algo que no falla y es la convicción de que, únicamente, los valores del espíritu nos pueden salvar de ese terremoto que amenaza la condición humana."

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