EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Definiciones

Sobreaviso

RENÉ DELGADO

Pasado mañana, los estrategas de los candidatos presidenciales se verán obligados a hacer el balance del eventual efecto del debate y realizar los ajustes necesarios en la campaña electoral.

Por el ritmo y tono que va adquiriendo la contienda, esos ajustes habrán de operarse en todas y cada una de las candidaturas. Ojalá los partidos y candidatos, la administración e, incluso, el empresariado no tiendan a radicalizar las posturas y, por lo mismo, a polarizar aún más a la sociedad. Una cosa es la sana incertidumbre electoral, otra, la insana desconfianza política.

Sería una pena que, de nuevo y después de dieciocho años, la coalición y el candidato ganadores carecieran de las condiciones para transformar el triunfo electoral en la conquista del gobierno. Las décadas perdidas por el país ya son muchas. El malestar social no da para toparse, otra vez, con la administración de los problemas y no el gobierno y la solución de estos. Y, en esa posibilidad, no puede ignorarse la violencia que, desde hace tiempo, domina la forma de relacionarnos y amenaza con romper el ya de por sí deshilado tejido social.

***

La deuda política de Vicente Fox y Felipe Calderón no la atemperó Enrique Peña Nieto.

El postulado del todavía jefe del Ejecutivo tricolor, asegurando que la suya no sería una administración, sino un gobierno se desbarrancó cuando todavía no cumplía dos años de ejercicio. Desde finales de 2014, se desvaneció el anhelo de que la alternancia no fuera simple turno en el no poder presidencial, sino alternativa del desarrollo nacional. Esta vez, la crisis sexenal se dio no al final del mandato, sino cuando todavía no cumplía ni el primer tercio.

El entusiasmador proyecto de impulsar un Pacto por México y emprender las reformas lo vulneraron la impunidad y la complicidad ante la corrupción, así como la indolencia frente a la violencia que, desde años, castiga, amedrenta y sangra a México.

Como añadido, el carácter cupular de aquel Pacto terminó por desfigurar a los partidos como instrumentos ciudadanos. Si los partidos se olvidaron de sus bases y simpatizantes, la administración ignoró al conjunto de sus gobernados. En rechazo a una política abierta e incluyente, la élite practicó una política cerrada y excluyente. En el colmo del error, calculó mal el derrame social de las reformas y, algo peor, diseñó mal algunas de ellas y otras las instrumentó de pésima manera.

Hoy, parte del problema es el repudio a una administración manchada por la corrupción, enclaustrada en un sentimiento de incomprensión y necia en imponer la forma de entender la realidad; así como el debilitamiento de las estructuras partidistas. Queriéndolo transformar se desmanteló el régimen.

Los errores cometidos e ignorados por la administración -entre otros, el de la comunicación-, así como la lucha tribal al interior de los partidos por dominar su dirección impulsaron, más allá del tesón y los aciertos propios de Andrés Manuel López Obrador, las posibilidades de su triunfo electoral.

Esos errores y, luego, la jaloneada selección del candidato -dicho con elegancia- de la fuerza en el gobierno y la agrupada en Por México al Frente, fortalecieron la posibilidad del tabasqueño.

***

Ante ese panorama es evidente que, tras el debate de mañana -mueva o no la preferencia electoral-, los estrategas de los concursantes se verán impelidos a matizar sus decisiones, o bien, a tomar otras distintas en torno al camino a seguir en el siguiente tramo de la campaña.

El grupo hegemónico en el PRI así como la propia administración deben revalorar si pueden seguir dando golpes sin resultados a Ricardo Anaya que, paradoja, benefician a Andrés Manuel López Obrador, y dejar de arrastrar en su desesperación a las instituciones, cuando su candidato no ubica ni domina su rol e insiste en fincar su posibilidad en su trayectoria, sin mostrar pizca de carácter. Sin un candidato competitivo, usar las instituciones como ariete sólo puede conducir a un desastre, no al reposicionamiento de aquel. El daño provocado a la Procuraduría General de la República, la Fiscalía y el Tribunal Electoral es inquietante.

***

Vista la radicalización del empresariado ante el temor de que López Obrador pretenda cancelar la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, el equipo del tabasqueño está obligado a ponderar si no es menester recentrar la postura de su candidato. Si la reanimada postura extrema de López Obrador responde a una estrategia, su estiramiento puede resultarle contraproducente. Ese tema ilustra la actitud pendular cuando no contradictoria que, en más de un asunto, adopta el tabasqueño. Cuidar eso y sostener el acierto de fijar la agenda a los competidores no es cosa sencilla.

A los estrategas de Ricardo Anaya les urge relanzar a su candidato y desplegar las banderas propias de su propuesta a fin no sólo de consolidarlo en la segunda posición, sino de plantarlo como un auténtico competidor por la Presidencia de la República. De no ser así, tanto el Frente como el priismo tendrán que explorar la posibilidad de reconstruir el puente roto entre ellos.

El equipo de Margarita Zavala debe mostrar que, en efecto, su candidatura es independiente con ánimo de competir y no de protagonizar una revancha sin sentido. Jaime Rodríguez Calderón puede seguir como va, ha dejado en claro su función, como también que a un bronco se le puede domesticar con un poco de alfalfa y sin quitarle la pinta.

Radicalizar posturas, polarizar aún más a la sociedad y confundir una elección con una eliminación, más de una vez le ha dejado enormes costos al país. Tras el debate vendrán, pues, las definiciones.

 EL SOCAVÓN GERARDO RUIZ

En mala hora, habilitar como escudero del nuevo aeropuerto al padrino del socavón.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Sobreaviso

Noticias relacionadas

Siglo Plus

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1453077

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx