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Forjando el futuro sin Trump

JULIO FAESLER

Todos los hechos guardan su propio ritmo. Por muchas que sean las turbulencias que hoy se viven, laten en cada una de ellas inercias que perduran y que expresan las razones de su aparición y que les sirven de telón de fondo.

Las intemperancias del señor presidente Trump irrumpen en el tablero de las relaciones internacionales son temibles por la explosividad con que se anuncian o se lanzan y por la amplitud de sus consecuencias. El comportamiento del presidente norteamericano responde a impulsos simples sin elaboración alguna, reacciones elementales a las circunstancias vistas según su acrítica óptica personal. Repentinas decisiones rompen los esquemas conocidos sembrando inseguridad en todo su entorno.

Erráticas a primera vista, las intemperancias del presidente norteamericano responden a un limitado concepto basado en los principios simplistas de libre empresa, mercados abiertos y reparto de ganancias al arbitrio empresarial y en los que creen los millones de sus seguidores inconformes, por cierto con el sistema capitalista en que se encuentran y con las injusticias económico-sociales que apresan su diaria existencia. Nosotros en México conocemos la misma repulsa popular y tenemos nuestro propio vocero nacional que promete, como Donald Trump, a cambiar las cosas.

Independientemente del "modelo" que pudiéramos escoger en México para encauzar nuestro desarrollo nacional, un elemento indispensable está en las relaciones sanas que hay que tejer con todos los países del mundo. Hay que actuar en el complejo escenario de una población mundial creciente, un aumento del número de países, la proliferación de competencias sin escrúpulos entre productores y la ineludible necesidad de más financiamiento para rescatar a los cientos de millones de seres humanos que siguen desposeídos.

Confrontado México a esta situación en que va aumentando la incoherencia general en lugar de un buen orden de justicia económica internacional, es indispensable que nos propongamos a no perder el sentido de rumbo que queremos llevar. Necesitamos que cada uno de nosotros en lo individual tenga un ánimo sensato y equilibrado para desechar lo superficial y retener lo importante en este 2018, en que hay que entender y atender simultáneamente muchos y variados asuntos nacionales y hasta extranjeros.

En lo interno, las elecciones presidenciales del primero de julio, ocupan justificadamente la atención de todos. Cada uno de los cuatro candidatos debe describir su proyecto de nación y los medios que usaría para cumplirlo.

En cuestiones internacionales a nuestro país se le están presentando un buen número de alternativas interesantes que solo hay que aprovechar y trabajar. Estas oportunidades no deben desestimarse por razones estar entretenidos en campañas electorales. Con el fin de ilustrar lo anterior a continuación se menciona la coyuntura que se presenta en estos días para abrir los mercados para nuestros productos en regiones hasta ahora poco explotados por nuestros exportadores.

En efecto, la próxima VIII Cumbre de las Américas que se celebrará la semana entrante tiene el propósito de extender la Alianza del Pacífico constituido por Chile, Perú, Colombia y México a varios países asiáticos. La alianza reúne a 225 millones de personas y representa el 55% del comercio exterior y 44% de las inversiones extranjeras de América Latina. Son importantes las conversaciones tendientes a establecer vínculos con el MERCOSUR hasta ahora considerado un bloque lideriado y dominado por Brasil.

La VIII Cumbre en Lima es una ocasión ideal para dejar en claro que las perspectivas de comercio no dependen de la supervivencia del TLCAN,tan despreciado por el presidente Trump, pero que, pese a sus propias declaraciones, tiene todas las probabilidades de continuar vigente con los ajustes que se están negociando en estos momentos.

Son otras las oportunidades que hay que aprovechar en este momento de multiplicación de acuerdos comerciales. El Tratado Transpacífico, del que el presidente Trump se retiró, está en pleno resurgimiento y las reuniones respectivas están a punto de completarse. La presencia de México en ese acuerdo persiste y junto con los arreglos de la Alianza del Pacíficos, confirma al menos dos verdades: la primera es que nos sobra capacidad de producción y talento para extender nuestro comercio exterior a los confines más distantes.

La segunda conclusión es que los exabruptos del que por ahora ocupa la sala ovalada de la Casa Blanca no dañan las amplias perspectivas de nuestro país para desarrollarse hacia una nación importante y justa que tiene aportes a la comunidad mundial mucho más valiosos que los que por el momento está ofreciendo Estados Unidos.

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Escrito en: Editorial Julio Faesler

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