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Noventa días de chairos, mochos y tragalonches

DAVID PÉREZ

Más larga que la cuaresma. Esta frase se utiliza para hacer notar lo extendido o excesivo que puede ser un periodo. Hace referencia al hartazgo en el que se puede incidir si se alarga demasiado una etapa. Evoca el tedio que se produce cuando se percibe que un acto se extendió demasiado. Este año cuando los católicos terminaban el tiempo cuaresmal, inició la penitencia de las campañas electorales. La cuaresma dura cuarenta días, las presentes campañas: ¡noventa!

En este periodo de suplicio (no el de cuaresma, sino el de las campañas), hay prácticas muy consolidadas: campañas negativas, prometer cambios inviables, lanzar acusaciones sin comprobar, hacer propuestas sin argumentar cómo se llevarán a cabo, gasto desmedido, descalificar al otro porque sí. Actualmente, el sistema electoral mexicano cuenta con unas normas débiles que buscan regular el contenido que los candidatos producen para publicitarse. Sin embargo, lo que se dice en un acto de campaña, al calor de los aplausos de los parroquianos, suele ser mucho más grave que lo que se difunde en medios tradicionales y digitales. Eso prácticamente no se regula.

Pero estas prácticas no se limitan a partidos políticos y sus candidatos. Un sector importante de ciudadanos, votantes o no, colaboramos con las prácticas de empobrecer el periodo de campañas electorales. El uso de la palabra "chairo" quizá sea uno de los ejemplos más ilustrativos. El lunes 27 de junio de 2017, el Diccionario del Español en México, que elabora un grupo de especialistas del Colegio de México, incorporó a su glosario el término. La voz "chairo" es utilizada como sustantivo y adjetivo con tono ofensivo sobre personas que se identifican y defienden causas políticas en contra de las ideologías de derecha, y al mismo tiempo se señala una falta de compromiso real con lo que dice defender.

Las campañas políticas en los tiempos de cólera, es decir, en estos noventa días en los que la ira, el enojo, el enfado, y otras emociones predominan sobre la argumentación, la expresión "chairo" se usa mayormente sobre los simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador. A tal adjetivo, le suelen seguir: morenos, nacos, prietos, pejezombies, etc. En las expresiones que el tres veces candidato presidencial ha utilizado en favor de los empobrecidos, sus detractores encuentran el punto de partida para hacer notar verbalmente las múltiples formas de clasismo que existen en México.

Mochos, partido de acción nazional (con zeta para hacer referencia al nazismo), conservadores, doble moral, yunquistas, entre otros. De este tenor son los calificativos que comúnmente se usan para denostar a los simpatizantes y afiliados del PAN. No importa tanto investigar sobre posibles orígenes fascistas de esa asociación política, o si las ideologías a partir de las cuales se construyen los calificativos realmente tienen que ver con los postulados políticos actuales del partido en cuestión.

Tragalonches, vende patrias, ratas, vendidos, acarreados, corruptos, etc. No importa que no lo sean todos, no importa que existan algunos miembros que nunca hayan participado en un acto de corrupción, como en los dos casos anteriores, se generaliza con ligereza, y se afirma sin necesidad de que se compruebe nada. Se insulta porque sí, porque me parece. La carga histórica negativa que es de dominio público se deja caer sobre conocidos y desconocidos. Antes de escuchar, se califica.

Para este periodo electoral, hay por lo menos dos iniciativas que intentan elevar el nivel de los contenidos y argumentos que se exponen en estos noventa días. La iniciativa: verificado 2018, que agrupa a universidades, medios de comunicación y organizaciones sociedad civil, colabora identificando noticias falsas que se difunden en distintas plataformas. El candidato independiente al Senado, Pedro Kumamoto ha lanzado una campaña que se llama: Que lo hagan mejor. Con ella busca que muchos se sumen a denunciar la compra de votos, la publicidad electoral que se convierte en basura, el exceso de gasto, la guerra sucia y las propuestas engañosas.

Estos noventa días expresan en general la cultura política que hay en México, y en particular la calidad de los procesos electorales, el nivel de debate y argumentación de las ideas políticas y partidistas. Por supuesto que el nivel de responsabilidad no es el mismo. Los primeros agentes de contaminación de los tiempos electorales muchas veces son las campañas de los partidos políticos registrados para participar en el proceso. Al mismo tiempo, el resto de la sociedad civil en general no puede considerar que está fuera de sus posibilidades contribuir a la calidad de vida democrática del presente periodo electoral.

Twitter: @davidsecular

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Escrito en: David Pérez

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