Los hombres comunes somos una tribu urbana que diariamente viaja al centro de la nostalgia y los deseos pero siempre viviendo con una soberana lucidez que le permite aflorar la identidad y nos establece como pensantes activos, que nos hace luchar hasta quedar vacíos y ya inmersos en el formato, ese pueblo establece sus conceptos y analiza la vida misma y el futbol. Siempre futbol.
Adivina esa gente, la angustia vibrante de Jorge Isaac Rojas en Veracruz. Había pitado penal para Xolos y terminó dando marcha atrás. En tv no se escuchan los insultos pero se intuyen y luego los gestos, los empujones, los gritos de un grupo desesperado que dicen, llevan dos meses sin cobrar y ningún medio lo menciona, ni la FMF lo sanciona, menos la tv donde la empresa dueña del equipo gasta millones publicitando su sistema de apuestas y la prioridad siempre es el negocio.
La burbuja económica siempre repunta al futbol y cuando sus protagonistas actúan, no solo se ven más gaseosos que lo habitual, sino que al ingresar a la ruleta de colores, los conceptos éticos no suelen ser los más frecuentados y se manejan los intereses en comunidad con algunos medios para establecer un imperio. Todos ellos tienen más encanto y personalidad que recovecos.
Aún con la desigualdad rampante de nuestras sociedades, existe un considerable sector de gente pensante que suele descubrir todo, aunque también le surge el abatimiento como la respuesta más habitual del hombre por el diluvio de información falsa, adulterada y manipuladora que se distribuye en medios y sobre todo, en redes sociales, como si fuera parte de una estrategia.
Hay un hartazgo en los conceptos e intuiciones de lo que será el formato de la noche y de mañana, de tan repetitivo, así que oyentes y lectores quedamos en un reto porque si no esperas lo inesperado, no lo reconocerás cuando llegue, de tal forma que se distingue cuando hay un periodismo con frases esbeltas y claras que nos recuerdan que el arte depende de cada individuo.
Nuestra tribu querida, tiene la obligación de familiarizarse con su sombra cuando se refieren a su equipo, aunque lo hayan visto tieso y sin volumen, mirando como tigres inofensivos a los chicos rojinegros, con esa abulia hacen crecer la hipertensión de su gente, que lo sufre en tv y reza porque todos tuviesen el aura de Gallito, mitad jugador-mitad máquina, fantasma de muerto sin sepultura, que juega como hombre eléctrico, con palabras que no se dicen y gestos que dicen todo.
Pero es abril y primavera, tiempo de luchar con optimismo y actuar de otro modo, cambiar el método. Uno de ellos sería hacer una colecta para comprar una botella y luego robarla, del vino tinto El Escurcons 2015, ideal para los comunes con hipertensión pues dicen, "desaparece la tensión, llena con alegría un espacio nuevo y diáfano. Es el vino del corazón". Buena receta.
