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TIEMPO DE ROBOTS

ALEJANDRO TOVAR

Los hombres comunes que moran siempre intranquilos, acosados por la malaria de su economía o mala suerte en amores, viven siempre anestesiados por la sociedad actual y en su viaje diario al centro de la nostalgia, cuando ventilan sus penas, sueltan algunos deseos que sin saber, otros ya están haciendo realidad y eso es la creación de criaturas eléctricas, al gusto.

Ellos quisieran tener jugadores robotizados, que les garantizaran la diversión y automáticamente los buenos resultados, para salir de una buena vez de sus tiempos sufridos. Robots que fueran inteligentes, que respondieran a la solución de obsesiones y frustraciones para crear una sociedad plagada de esas máquinas sin corazón ni ambiciones y no para tomar el poder.

Pero ellos no toman en cuenta que los prejuicios nos llevan a excluir personas por el hecho de ser distintas y la gran mayoría no están de acuerdo en que la tecnología invada el juego de futbol, lo quieren igual, con toda la carga que embota cerebros, con todos los hombres que fallan y aciertan, no con héroes de hierro, quizá porque ellos también de alguna forma viven con angustia y pudieran, de tan famosos e idolatrados, llegar a tomar sus propias decisiones y cambiarlo todo.

He ahí el problema, que la tecnología tiene pasos similares a los de King Kong enfurecido y se presupone que en poco tiempo los robots serán una verdadera plaga urbana pero nos aferramos a creer, por temores, claro, que la inteligencia artificial no es inteligente sino el reflejo de las interacciones y el sesgo que imprima el equipo de programadores científicos. Siempre en control.

Por un lado pues, la gente querría tener robots maravilla en su equipo. Muy vigilados y solo dos por club, la diferencia estaría en ver la potencialidad de ellos según la procedencia y el costo. Lo difícil sería explicarles el infierno cotidiano que contemplan y sospechando que puedan adelantar en su creación, algún sentimiento, sus dueños deberán explorar en el abismo de su conciencia.

Mientras esos tiempos llegan, el hombre común tiene que indagar entre la ficción y la realidad. No vivir para crear atmósferas sombrías y melancólicas hasta en los objetos más sencillos, sino esperar que haya estímulos tecnológicos que te hagan vivir con la esperanza de apellido y una vida con la seguridad automática de la felicidad, con futbol vistoso, goles hermosos y títulos al canto.

Porque no se puede ser amigo de Sergi Santos, el artesano catalán que no fabrica robots, sino muñecas que cuentan con tres estados o modos que son amistoso, romántico y sexual y se debe transitar con ellas del primero al último, no poseerla rápidamente pues protestan aunque de forma sutil. Cuentan con un lenguaje de seis mil palabras. Un juguete erótico y sofisticado, pues.

Dicen que son juguetes sexuales como una terapia contra la soledad y se pueden pedir al gusto. Se puede decir que la creación de jugadores robotizados tarde unos años más pero la gente del pueblo sí escogería su modelo y quienes puedan harían lo que quisiéramos nosotros y no pasamos de eso. Una muñeca con el rostro de Scarlett Johansson y el cuerpo de Kim Kardashian.

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