Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

La luna de miel terminó, y el marido le dijo a su mujercita: "En la casa yo seré el jefe. Llegaré a la hora que se me dé la gana". "Muy bien -repuso la muchacha-. Pero te informo que en esta casa se hará el amor todos los días a las 11 de la noche, estés tú o no estés"... El elegante señor llegó al hotel y llenó la hoja de registro. En el renglón donde decía "Profesión" puso "Filántropo". El empleado le preguntó: "¿Qué es un filántropo?". Con acento magnílocuo respondió el huésped: "El término 'filántropo' viene de dos palabras griegas: 'fílos', amor, y 'ánthropos', hombre. El que ama a los hombres". "Ah, vaya -respondió el empleado-. Aquí usan otro nombre". Amapola, linda zagala campesina, iba por un camino de la hacienda. La vio don Feudalio, el apuesto y fornido hacendado, y poniendo al trote a su caballo llegó a ella y le preguntó: "¿Cómo te llamas, muchacha?". Amapola bajó la cabeza, ruborosa, y con un pie comenzó a escarbar el suelo. Contestó, ruborosa: "Mi llamo Amapolita, pa' servir a su güena mercé". "Estás muy chula, Amapola -le dijo el patrón-. ¿Dónde vives?". "En aquel jacalito, siñor" -respondió ella al tiempo que seguía removiendo la tierra con el pie. Volvió a preguntar el hacendado: "Y ¿a dónde vas?". Contestó la muchacha sin dejar de escarbar el suelo: "Iba a lavar una ropita en el arroyo". Inquirió el patrón, extrañado: "¿Y por qué mueves tanto la tierra con el pie?". Explicó la rancherita: "Pa' que no esté tan dura orita que me tumbe su güena mercé"... El marido le sugirió a su esposa: "Ahora que nuestra hija se va a casar deberías hablarle de la cuestión del sexo". "Ay, viejo -suspiró la señora-. Hablarle en este tiempo a una chica de la cuestión del sexo es como decirle a un pez cómo nadar". Doña Cacha Lota, mujer bastante entrada en carnes, iba a darse un chapuzón en la playa. En eso oyó que un muchachillo le decía a otro: "¿Nos metemos en el mar?". "Ahora no -respondió el otro-. La señora lo va a usar"... Don Chinguetas le dijo a doña Macalota que el médico de la compañía no le había dado la incapacidad que le pedía para poder irse de vacaciones. "Me hizo que me quedara en short, me revisó y me dijo que estoy muy bien, que no podía darme la incapacidad". Comentó doña Macalota: "Debiste quitarte el short. Te habría dado incapacidad completa". Viene ahora un cuento que no entendí cuando me lo contaron, pero que me dicen es de color bastante subido. Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, se sintió un día cansada de vivir en soledad. Publicó entonces un aviso en la sección de anuncios sentimentales de un periódico: "Anhelo conocer a un hombre para entablar con él una relación seria y permanente. El interesado debe reunir tres condiciones: jamás me pondrá la mano encima; no se apartará nunca de mi lado, y habrá de ser un excelente amante". Pasaron varias semanas sin que ningún solicitante respondiera. Cuando la señorita Sinpitier había renunciado ya a la esperanza, un buen día sonó el timbre de su puerta. La abrió y no vio a nadie. Pero entonces oyó una voz que provenía de abajo. "¿Es usted Solicia Sinpitier?". Con asombro la madura señorita volvió la vista abajo y vio que quien había llamado era un hombre que no tenía brazos ni piernas. Respondió: "Sí, yo soy. ¿En qué puedo servirle?". "Vengo por el anuncio -dijo el tipo-. Soy el hombre que usted necesita. Reúno todas las condiciones del anuncio. No tengo brazos. Eso me impide ponerle la mano encima. Tampoco tengo piernas. Por tanto no puedo apartarme nunca de su lado". Preguntó la señorita Sinpitier: "¿Y lo de buen amante?". Contestó el individuo, seguro de sí mismo: "Toqué el timbre de la puerta ¿no?"... (No le entendí). FIN.

Leer más de Columnas la Laguna

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas la Laguna

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1444430

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx