Lector opina

Foro del Lector

Juárez, figura señera

1 de 2 partes

En un artículo de Enrique Krauze, publicado el domingo 15 de marzo (2015) en el diario El Siglo de Torreón, señala que “un nuevo criterio y método historiográfico, no es referirnos a la serie de acontecimientos históricos en un momento determinado, sino analizar las actitudes humanas colectivas e individuales que a ese momento le otorgan un sentido. La historia no puede ser una concatenación de hechos; la historia debe buscar el sentido de los acontecimientos y de las vidas, colectivas e individuales”.

Bajo estas ideas, me dediqué a leer y analizar la actitud que asumió Juárez ante los hechos ocurridos y que vivió desde su infancia, en su pueblo natal, San Pablo Guelatao, Oaxaca, y en el país todo, particularmente, durante la época de la Guerra de Tres Años o de Reforma (1858-1860), al promulgarse la Constitución de 1857, así como la etapa de la Intervención Francesa y el efímero Imperio de Maximiliano de Habsburgo (1862-1867), ya Juárez como depositario de la Presidencia de la República.

Su infancia

Cuando muy temprano, el 16 de septiembre de 1810, Hidalgo hace sonar las campanas de la iglesia del pueblo de Dolores, nuestro personaje, con apenas 4 años de edad, ayudaba a su tío Bernardino en el cuidado de su rebaño, totalmente ajeno a lo que acontecía en el estado de Guanajuato y en el país. Al ser fusilado Hidalgo, iniciador de la Revolución de Independencia, en Chihuahua, el 30 de julio de 1811, el niño Benito se disponía a cruzar a pie la sierra de Oaxaca en busca de una nueva ruta para su destino y para el destino de la Patria misma, lo que realizó el 17 de diciembre de 1818.

Conforme me adentro en mis lecturas, va creciendo mi admiración por la figura del Benemérito de las Américas, sea por su férrea voluntad por alcanzar sus objetivos de vida personal, sea por su inquebrantable lucha por la defensa de la soberanía e independencia de la Patria.

Pienso que existen fuerzas misteriosas que nos impiden alcanzar con plenitud nuestras mayores aspiraciones. Nuestra tarea, individual o colectiva, sería identificarlas y luchar por superarlas. Fue el caso de Juárez. Venció todas esas fuerzas inexplicables: su temprana orfandad, pobreza familiar, su etnia e idioma zapotecos, marginación de su pueblo natal, falta de oportunidades conforme sus empeños; todas esas fuerzas naturales y humanas superó, hasta alcanzar la mayor gloria que un hombre puede aspirar. Hoy su nombre y su historia son reconocidas en las aulas, en las calles de los más alejados poblados del país, y por todos los gobiernos de los países del mundo.

Hijo de padres indígenas, Marcelino Juárez y Brígida García, Benito nació el 21 de marzo de 1806, en un pequeño poblado perdido en la serranía del estado de Oaxaca, llamado San Pablo Guelatao. En sus “Apuntes para mis hijos”, Don Benito nos dejó escrito: “…tuve la desgracia de no haber conocido a mis padres, porque apenas tenía yo tres años, cuando murieron, habiendo quedado con mis hermanas María Josefa y Rosa, al cuidado de nuestros abuelos paternos”. A los pocos años también murieron sus abuelos, quedando el pequeño Benito bajo la tutela de su tío Bernardino, que lo ocupa en cuidar ovejas de su propiedad, de donde nace la imagen infantil de Benito tocando su flauta hecha de carrizo, mientras vigila los animales que pastan cerca de una laguna.

Profr. Claudio Taboada Elizalde

Comarca Lagunera

Leer más de Lector opina

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Lector opina

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1443102

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx