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La sociedad del autoengaño

FEDERICO REYES HEROLES

España gira a la derecha y sofoca a los partidos insignia de su transición. Italia se reinventa en la Liga Norte de derecha radical. ¿Y los socialistas y los comunistas? En Finlandia los demócratas liberales, los conservadores y la derecha populista forman gobierno. Europa se desplaza en el arcoíris político. Esos son los resultados, pero ¿cómo llegaron allí?

Thomas Kuhn diría que el paradigma está en crisis, su disfuncionalidad es notoria. Las premisas eran bastante sencillas. a) En las democracias modernas (segunda mitad del Siglo XX) las naciones no votan contra sus intereses. Insostenible después del Brexit, Trump y muy probablemente México, entre otros. b) En las democracias modernas el juego abierto entre las diferentes fuerzas políticas garantiza el relevo y descarta las dictaduras y parentela. Falso, la lista es muy larga comenzando con Latinoamérica, regímenes que llegan por la vía democrática y se perpetúan haciendo lo necesario, contra cualquier principio democrático, de Fujimori a los Ortega, pasando por Correa, Morales, y compañía. Putin se agrega a la lista con su 76% de aprobación que le garantiza un largo horizonte.

C) El libre mercado es un impulso irrefrenable para la democratización de las naciones. Van de la mano. El avance en el respeto a los Derechos Humanos es otra consecuencia. Libre mercado, democracia, derechos humanos, el encadenamiento parecía incontenible. Al piso con la hipótesis. Los casos son múltiples. Ni en China, ni en Rusia los Derechos Humanos han tenido un avance significativo. Por fortuna hay un Weiwei que -como como un antiguo heraldo- lleva al mundo las atrocidades chinas. Pero la realidad no pareciera alterarse a pesar de la condena de la comunidad internacional. Y qué decir de Rodrigo Duterte en Filipinas que triunfa entre amenazas de matar drogadictos, perseguir judíos, o disparar en la vagina de las guerrilleras. ¿Encadenamiento virtuoso?

D) El desarrollo económico, la urbanización, el crecimiento del tercer sector, los servicios, introducen un actor político -las clases medias- que es el gran anclaje contra movimientos radicales. Lo que era regla se convirtió en excepción. Cómo explicar el pujante capitalismo autoritario de China. Cientos de millones de clases medias consumiendo sin brida, mercados galopantes y un sistema autoritario que -por los resultados- no dan al mundo muchas señales de crisis. La Rusia capitalista de Putin camina en las mismas coordenadas. El consumo se incrementa, las clases medias crecen, pero el apoyo a los movimientos radicales no desaparece. Un caso paradigmático es Argentina, uno de los ejemplos históricos de clases medias centenarias, que sin embargo brindó apoyo a Néstor, pero sobre todo a Cristina Kirchner que enarbolaron tesis de los años cincuenta. México está ya en esta lista; la apertura económica ha traído una explosión en el consumo que se plasma en las omnipresentes clases medias. Y sin embargo el triunfo de una izquierda -ambigua en su radicalismo- pareciera inevitable en el 18.

La hipótesis era muy sencilla e irrebatible. e) Los medios de comunicación llegarán a todos y las noticias se volverán universales. Las grandes cadenas televisivas harán un servicio indirecto a la democracia pues facilitarán la formación de una opinión pública universal con críticas y aprobaciones también universales. Los ojos del mundo metidos en todos los rincones. Las grandes cadenas se convirtieron en actores muy odiados justamente por su capacidad para destrozar verdades oficiales. Parecían omnipotentes situándose por arriba de los gobiernos. De qué servía una estación local tratando de imponer la verdad oficial cuando el ciudadano podía tener acceso instantáneo a los reportajes sobre la misma noticia de CNN.

Pero el mundo cambió con las redes sociales. Ahora cada quien puede creerse informado al suscribirse a su misma corriente de opinión. Para qué molestarse con la discrepancia, para qué acudir al periodismo profesional si se puede escuchar lo que agrada sin pasar por la incómoda confrontación. Cada quien desde su pequeña pantalla puede caminar por el mundo con su "verdad" en imagen y sonido, así sea una falsedad. La mercadotecnia hizo de nosotros, de nuestros intereses, la gran mercancía. El quid pro quo es sencillo, pertenecemos a un algoritmo y a nuestro bolsillo llega lo que se decide nos interesa o agrada, más lo segundo que lo primero. La hipótesis de la confrontación informativa universal se desmoronó. La activación de las minorías a través de los nuevos clubes digitales condujo en meses a una nueva sociedad del autoengaño complaciente. Mayorías triunfantes frente minorías, son hoy una simpleza inoperante y con ella las democracias tradicionales. Trump y Putin son realidades producto de la falsedad.

La crisis es evidente.

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Escrito en: Federico Reyes Heroles

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