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Voz de Palco

 MUY SOSPECHOSO

"No hagas cosas buenas que parezcan malas", dice el viejo y conocido refrán. Y sí, tiene toda la razón.

Ahora mismo me encuentro molesto, desde el viernes, y no he dejado de mentar m... Pero la culpa es mía.

No debería sorprenderme el resultado del sorteo de los cuartos de final de la Champions League. Es más, si fuera menos idealista, sabría que el resultado es el esperado.

Un día antes, el "Sugus" me dijo: "Ojalá que los favoritos (Real Madrid, Barcelona, Manchester City y Bayern Munich) no se enfrenten entre ellos".

En primer lugar, coincido en que esos cuatro equipos son los más fuertes de la competencia en la actualidad.

Sin embargo, en mi idealismo estúpido, y apoyado por las matemáticas, estadísticas y probabilidades, me atreví a contestar: "eso es muy difícil, muy poco probable; algunos de esos cuatro se enfrentarán entre sí". Y no, al paso de las horas, la realidad terminó por imponerse.

Que si las "bolas calientes", que si el sorteo está amañado para que los dos grandes taquilleros se perfilen hacia la final, Real Madrid Vs. Barcelona, que si la manga...

Seguramente nunca sabremos cómo se manejan en realidad las cosas en esas grandes esferas, o podemos seguir creyendo que es cuestión de suerte. Pero, ¿por qué no regresar al tradicional sistema en el que desde que se hace el calendario de competencia se conocen las llaves por dónde debe pasar cada equipo? ¿Por qué estar "reseteando" en cada ronda las posibilidades de los duelos decisivos? ¿Es eso indicio de mayor transparencia?

Y no es la primera vez que pasa que el destino pareciera empeñado en decidir un clásico español en la final del torneo más importante de clubes en Europa.

Sin embargo, es en la cancha donde tendrá que decidirse todo, con el favoritismo de los árbitros hacia los más poderosos incluido.

El sorteo me deja mal y no porque mi "Juve" se tenga que medir al vigente campeón y eterno favorito, sino porque deja esa sensación de que hay "truco".

Del rival para la Juventus, creo que lo prefiero sobre el Barcelona. Y creo que se le puede dejar fuera.

De mi enojo, lo reitero: la culpa es mía. Por seguir creyendo en un deporte como el futbol, tan lleno de escándalos e intereses millonarios. Pero, ¿cómo frenarse ante la emoción de celebrar un gol?

Síganme los buenos... y los malos también:

Eduardo Sepúlveda

[email protected]

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