SAN JOSÉ, MODELO DE LOS "JOSÉS" DE HOY
Todos nosotros tenemos una misión que cumplir, en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestro ambiente social. El pasado 8 de marzo se resaltaba la necesidad de reivindicar los derechos de las mujeres, sacando a la luz los diferentes tipos de explotación de la que han sido objeto en el pasado y de las nuevas maneras que se han inventado para seguirlo haciendo. El mes de abril será lo mismo respecto a la infancia. Pero la figura de San José que celebramos mañana nos da la oportunidad de resaltar también el papel importante que tiene la figura paterna en la familia y en la comunidad.
Igual que a San José, los "José" de la actualidad se pierden en el silencio del anonimato, corriendo el riesgo de no ver su importancia. No se tiene registrado en los evangelios ninguna palabra de San José, parece una figura secundaria, pero el papel que realizó dentro de la Sagrada Familia fue muy importante.
De por sí este santo ha tomado un papel preponderante en la Iglesia: por cuidar y proteger a Cristo y a María, es invocado como protector de la Iglesia universal, de las familias y patrono de los seminarios de formación para sacerdotes; al haber tenido que huir a Egipto, es también llamado protector de la Iglesia perseguida y de los emigrantes; también la vida consagrada reclama sus favores por haber sido custodio de la Virgen María y modelo de vida interior; lejos de competir con María, es modelo de cómo amarla, y junto con ella se le agradece el habernos dado a su Hijo; por ser Cristo el hombre perfecto, José puede enseñarnos a tener corazón de padre para formar a nuestros hijos; por ser un artesano es invocado no sólo por los carpinteros sino por todos los que tienen profesiones humildes y los que trabajan con sus manos; al morir en los brazos de Jesús y María, es también patrono de la buena muerte, dando a muchos la paz necesaria para ese difícil paso que todos hemos de dar; no obstante ser del linaje del rey David, es modelo de humildad y sencillez, prefiriendo servir a una mujer y un niño, como lo más importante; la confianza que manifiesta San José y la docilidad para escuchar y cumplir lo que Dios le pide, inspira a los padres de familia que buscan seguir su ejemplo, a superar con fe los obstáculos que surgen cotidianamente al tratar de cumplir la misión de ser padres y esposos; al estar acompañado de su hijo, nos enseña a confiar en Dios que siempre está a nuestro lado, Superando la soledad.
Es bueno celebrar a San José y hacernos imitadores de su espiritualidad, para resaltar también los valores de todos esos hombres que buscan cumplir su misión dentro de la familia moderna, a la que tienen que proteger de ataques antiguos y nuevos. Esta espiritualidad que brota de este singular personaje no es de convento, no es de ritos largos, no es de celebraciones que rallan en fanatismos, no aleja de la realidad concreta y de los problemas cotidianos; esta devoción es doméstica, consiste en enseñar al hijo lo que es el amor de pareja y la complementariedad y diversidad de los sexos, es darle al niño el amor de padre, necesario para una maduración íntegra y armoniosa, pero también el amor entre esposo y esposa, como nido que acoge y funda la familia. Cooperadores e intérpretes del amor de Dios, el hombre contribuye con sus características propias de su identidad masculina.
La figura ausente, desviada y desvanecida del padre de la sociedad actual, necesita del modelo de San José, que libera de la figura de patrón autoritario y enseña la importancia de estar presente siempre: en la familia y para el diálogo, para dar orientación y certezas bien fundadas a sus hijos desde un rol claro. San José también es modelo de presencia y cercanía con la esposa para compartir alegrías, dolores, cansancios y esperanzas.
Que la fiesta de mañana sirva para resaltar y fomentar las cualidades de los padres de familia para que, a ejemplo y la intercesión de San José, sean apreciados, valorados y promovidos en su misión de esposos y padres, para bien de la familia y de la sociedad.
