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Por qué los alumnos de bajo rendimiento, no aprenden lo que estudian

ROLANDO CRUZ GARCÍA
"El que escribe en el alma de un estudiante, escribe para siempre"

— Anónimo

Este cuestionamiento surge de la lectura de una publicación, por demás interesante, que edita la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), a través de los resultados de la prueba internacional para alumnos llamado PISA y que nos confronta ante una realidad ineludible: demasiados alumnos alrededor del mundo están atrapados en un círculo vicioso de bajo rendimiento y desmotivación, que los hace seguir sacando malas notas y más aún, perder el compromiso con su escuela.

Huelga decir que en México el problema se exacerba, por las condiciones en que esta realidad se manifiesta, sobre todo en zonas rurales y urbano-marginadas.

La citada publicación muestra que más de uno de cada cuatro alumnos de 15 años (al término de su educación secundaria) de los países de la OCDE, no han alcanzado un nivel básico de conocimientos y habilidades en al menos una de las tres principales asignaturas evaluadas por PISA: lectura, matemáticas y ciencia.

En números absolutos, esto significa que cerca de 13 millones de alumnos de 15 años en los 64 países y economías participantes en PISA, tuvieron un bajo rendimiento en al menos una asignatura; en algunos países, este fue el caso de más de uno de cada dos alumnos, cifra por demás alarmante.

Cabe preguntarse si tiene sentido establecer referentes mundiales para los estudiantes con bajo rendimiento, en un conjunto tan diverso de países, en los que las exigencias relativas a las habilidades individuales son diferentes. En lectura, se sitúa en el límite de ser capaz de leer y poder utilizar lo leído para aprender. En matemáticas se trata de comprender operaciones y conceptos básicos.

Se asegura también en la citada edición, que la agenda para abordar el bajo rendimiento escolar debe incluir múltiples dimensiones y estrategias, tales como: crear entornos de aprendizaje exigentes que apoyen a los alumnos; lograr la participación de padres y comunidades locales; alentar a los alumnos a que aprovechen al máximo las oportunidades educativas; identificar a los estudiantes con rendimientos bajos y ofrecer un apoyo focalizado para alumnos, escuelas y familias; ofrecer programas especiales para alumnos inmigrantes, de minorías lingüísticas y zonas rurales; atajar los estereotipos de género; reducir las desigualdades en el acceso a una educación temprana y limitar el uso de la agrupación de alumnos por habilidades.

Enmendar todo esto es urgente, el bajo rendimiento en la escuela tiene consecuencias a largo plazo tanto para los individuos como los países. Los alumnos con un rendimiento bajo a estas edades, tienen más riesgo de abandonar completamente sus estudios y cuando una gran proporción de la población carece de habilidades básicas, el crecimiento económico de un país a largo plazo se ve amenazado.

Múltiples factores de riesgo actuando a la vez, muestran que un rendimiento bajo a los 15 años de edad, no es el resultado de uno solo de los factores de riesgo, sino más bien de una combinación y acumulación de varias barreras y obstáculos que afectan a los alumnos a lo largo de sus vidas.

¿Quién tiene más probabilidades de tener un rendimiento bajo en matemáticas? En promedio la OCDE plantea que una alumna desfavorecida socio-económicamente, por ejemplo, que viva en una familia monoparental y en una zona rural, de origen inmigrante, que en casa hable un idioma distinto al de las clases, que no haya recibido educación preescolar, que haya repetido un curso y que esté recibiendo formación técnica-profesional, tendrá un 83% de probabilidades de fracasar escolarmente. Con éste hipotético ejemplo PISA pone en relieve que las condiciones en las que se dan dichos resultados, resultan determinantes.

Aunque estos factores contextuales pueden afectar a todos los alumnos, en el caso de los alumnos con un bajo rendimiento, la combinación de factores de riesgo es más perniciosa para los socioeconómicamente más desfavorecidos.

Aunado a lo anterior, los alumnos con un bajo rendimiento suelen mostrar menos perseverancia, motivación y confianza en sí mismos en matemáticas que los alumnos con mejor rendimiento; también faltan más a clases o a días completos de escuela.

Se detectó también que hay menos apoyo de parte de profesores y de las propias escuelas, ya que apoyan más a sus buenos alumnos y mantienen la moral más alta, para tener menos probabilidades de fracasar, mientras que los alumnos cuyos profesores tienen bajas expectativas con ellos y se ausentan con más frecuencia tienen más probabilidades de tener un rendimiento bajo, incluso teniendo en cuenta el nivel socioeconómico de los alumnos y de las escuelas.

Además, en los centros escolares con mayor concentración de alumnos reprobados, la calidad de los recursos educativos es inferior y la escasez de profesorado es más acusada.

Como podemos observar, la problemática del fracaso escolar para los alumnos que terminan su educación secundaria, es muy complejo y de difícil solución, la buena noticia es que hay posibilidades de corregirlas. En la siguiente entrega: Cómo ayudar a romper el ciclo pernicioso de falta de compromiso escolar y el bajo rendimiento de nuestros estudiantes.

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Escrito en: ROLANDO CRUZ GARCÍA

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