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Ciencias oceánicas: oportunidad para invertir

VLADIMIR RYABININ

"No se puede gestionar lo que no se puede medir", en ciencias oceánicas tampoco. Con ello en mente, en 2017 la Comisión Oceanográfica Intergubernamental (COI) de la Unesco publicó el primer "Informe Mundial sobre las Ciencias Oceánicas", que presenta una evaluación de las inversiones y capacidades nacionales en oceanografía. Sabemos así que 70% del presupuesto mundial total para las ciencias oceánicas proviene de fondos públicos nacionales y que esto representa sólo 4.5% del financiamiento gubernamental global en ciencias naturales. También sabemos que los recursos para llevar a cabo investigaciones oceánicas están sujetos a una gran diversidad geográfica, lo que genera desigualdades en las capacidades de los países para hacer ciencia, publicar los resultados de las investigaciones y obtener los beneficios correspondientes.

¿Por qué importa esta información? Porque son las ciencias oceánicas las que permiten que los gobiernos y otros actores puedan proteger el océano y sus recursos. Dependemos enormemente del océano para la alimentación, el transporte, el turismo, la producción de energía y muchas otras actividades económicas. Al mismo tiempo, el deterioro de la salud del océano amenaza su capacidad de proporcionarnos el sustento que necesitamos, mantener los ecosistemas, moderar y mitigar los efectos del cambio climático, e incluso producir oxígeno. Si a esta ecuación le añadimos tendencias actuales como la globalización frenética y la expansión demográfica, las perspectivas no son muy halagüeñas.

Entonces, ¿estamos todavía a tiempo de salvar nuestro océano?, ¿cómo podemos hacerlo?

La 4ª Cumbre Mundial del Océano organizada por "The Economist" esta semana en Cancún reúne a jefes de Estado, responsables políticos y actores de la sociedad civil para proponer mecanismos y soluciones políticas; sin embargo, nuestro éxito o fracaso se medirá en función de cuánto invirtamos en ciencias oceánicas. Si queremos salvar el océano, hemos de reconocer, desde una óptica política y práctica, que invertir en las ciencias oceánicas merece la pena.

Sin embargo, hasta ahora no hemos invertido lo suficiente. Las actuales inversiones colectivas nacionales en observación oceánica, a través del Sistema Mundial de Observación de los Océanos (GOOS), ascienden a unos mil millones de dólares al año. Parece razonable… hasta que comparamos esta cifra con la estimación más conservadora de la OCDE, que argumenta que para 2030 la economía oceánica tendrá un valor de 3 billones de dólares. Aunque no contamos con instrumentos internacionales adecuados para medir el verdadero valor económico y financiero del océano y sus ecosistemas, la mayoría de los expertos coincidirán conmigo en que estamos invirtiendo muy por debajo de lo necesario.

Aunque la inversión actual nos ha aportado mucho conocimiento sobre las capas superiores de la "columna de agua" oceánica -los primeros 2.000 m del océano- sabemos poco o nada sobre lo que se encuentra debajo o sobre la compleja dinámica oceánica de las regiones polares. Por lo tanto, debemos también dar un salto interdisciplinario, integrando la física del océano a otras esferas clave de las ciencias oceánicas poco estudiadas hasta ahora, como la química, la biología y la ecología.

En última instancia, los gobernantes deben saber que las ciencias oceánicas pueden proporcionar información útil y traducible en políticas. Gracias a los datos obtenidos vía la observación oceánica, sabemos por ejemplo que el océano ha absorbido 93% del exceso de calor de la Tierra y un tercio del exceso de carbono producido desde la Revolución Industrial, lo que hace de él el principal regulador del clima del planeta.

No lograremos una gestión eficaz de nuestro océano sin un aumento importante en la financiación de las ciencias oceánicas, las observaciones y la coordinación internacional. Algunos países han reconocido el potencial de las ciencias oceánicas y de su personal.

El Objetivo 14 de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU, relacionado con el océano, representa una gran oportunidad para proteger la salud de los océanos y gestionar sus recursos de manera efectiva. Para las ciencias oceánicas, en particular, ha llegado el momento de desarrollar una importante acción internacional. El Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030) pretende propiciar un cambio cualitativo en la oceanografía, transformándola de una ciencia movida por la curiosidad a una estrategia colectiva global de investigación que apoye la elaboración de políticas públicas. Así podremos lograr lo que clama el lema del Decenio: "el Océano que necesitamos para el futuro que queremos".

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Escrito en: VLADIMIR RYABININ

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