EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

La democracia o la guerra

DAVID PÉREZ

La tolerancia a un Estado que excluye o la violencia armada. La apuesta porque de la vía electoral surja cambio o asumir un protagonismo extremo para provocar el cambio. Soportar otro periodo presidencial para ver si sale el "bueno" o asumir que las posibilidades son pocas, y que la ruta violenta es una de ellas. Aunque parece extremo, las circunstancias históricas configuraron un proceso en el que durante décadas en Colombia para un grupo importante de ciudadanos la disyuntiva para tomar el poder fue la vía democracia o vía armada.

Wallensteen y Sollemberg proponen definir un conflicto armado como "una incompatibilidad manifiesta en una disputa por gobierno y/o territorio, en la que el uso de la fuerza armada entre dos partes, de las cuales por lo menos una es el Estado" (en Joural of Peace Research, 2001). Desde aquí, el conflicto armado surge de la construcción de la incompatibilidad que provoca la necesidad de eliminación del otro. Cada una de las partes del conflicto radicaliza su postura para justificar la decisión de emprender el camino de la violencia. ¿Cómo salir del escenario donde el otro es necesariamente opuesto y se exige su exclusión?

Un grupo de campesinos cansados de pedir un espacio en la toma de decisiones políticas del país, campesinos que no eran respetados, que eran tomados como ciudadanos de segunda clase, que habían decidido tomar las armas para llegar al poder, el reciente domingo 11 de marzo salieron a ejercer su derecho a votar. Algunos acudieron a las urnas a la espera de que se resuelva algunas acusaciones frente a la justicia. Con todo se puede afirmar que la democracia en Colombia está experimentando una oportunidad de reinventarse.

Las FARC obtuvieron alrededor de 50 mil votos ¿dónde está el poder que pregonaban los que promovían que la guerra continuara por miedo a que las FARC se tomaran el país? Que Timochenko sería presidente y Colombia sería como Venezuela ¿con 50 mil votos? El fantasma del "castro-chavismo", del "nos van a convertir en Venezuela" tiene su fundamento en rentabilidad mediática de las expresiones en públicos susceptibles.

Lo cierto es que ahora, aquellos campesinos que un día decidieron tomar las armas porque no se sentían representados, hoy tienen, por la vía democrática 10 congresistas: 5 en el Senado y cinco en la Cámara. Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) hoy es una nueva voz en uno de los espacios más representativos de la democracia colombiana. El 11 de marzo marca una fecha histórica para un proceso que puede representar otra cultura política, una que sigue el paradigma de la justicia restaurativa, de la inclusión del diferente. La democracia ahora significa menos asesinatos en el país. La tasa de homicidios en este año, después del acuerdo por la democracia, ha disminuido considerablemente.

El fin de la guerra con las FARC-EP se vislumbra como una nueva ruta para destinar los recursos económicos que antes se destinaban a comprar armas y entrenamiento para el Ejército de Colombia, a las necesidades, sobre todo, de aquellos que un día pensaron que la guerra era el camino, pero, que en el proceso, tuvieron que desistir para negociar, dialogar y emprender una nueva ruta que se llamó: Acuerdo por la paz.

En este orden de ideas, la paz es el nuevo rostro de la democracia. Ahora falta ver que el Gobierno de Juan Manuel Santos cumpla con lo pactado. El gran tema pendiente es el reparto de tierras que se contempla en la Reforma Rural Integral negociado en el acuerdo. Así como la infraestructura en salud, educación y financiamiento al campo abandonado, desde, donde por más de 50 años, las FARC-EP lucharon por un país distinto.

Otro tema crucial, para que esta paz con rostro democrático sea estable y duradera es que el Gobierno sea capaz de garantizar la vida de los excombatientes, pues, en la sombra, está el asesinato de los integrantes de la Unión Patriótica. Las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos en el país siguen denunciando la presencia de paramilitares, sobre todo, en aquellas zonas donde las FARC-EP combatían. Si el paramilitarismo continúa en Colombia, esta paz con rostro democrático será un episodio más de los intentos en la historia de la humanidad, por una sociedad que prefiere el debate de ideas al uso de la violencia para organizar a la sociedad.

Este episodio del caso colombiano, con todas sus peculiaridades, muestra las posibilidades para transformar un escenario donde históricamente se perciben dos vías opuestas, extremas, destructivas, un espacio donde terceras o cuartas vías pueden ser construidas con la finalidad de por lo menos detener la espiral de la violencia.

Twitter: @davidsecular

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: David Pérez

Noticias relacionadas

Siglo Plus

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1441081

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx