24 de febrero, Día de la Bandera Nacional
En un trabajo de investigación que le encargaron a mi hija Miriam hace algunos años, cuando cursaba el Sexto Grado de Educación Primaria, escribió sobre la Bandera Nacional:
“Simboliza la historia y la lucha de todo un pueblo por alcanzar su libertad e independencia. Los niños y los jóvenes (y todos los mexicanos, agregaría yo) la respetamos por su hermoso significado, pero a la vez, debemos de trabajar por engrandecer a la Patria que representa”. La maestra de la niña, Margarita, calificó la tarea con un hermoso diez (10), que entusiasmó a la pequeña, quien guardó su trabajo con otros más, para formar un álbum de gratos recuerdos.
Todas las naciones del mundo tienen su propia historia y sus símbolos patrios, como lo podemos observar en ceremonias de inauguración de juegos deportivos internacionales, donde cada delegación desfila portando orgullosa su bandera nacional.
Nuestra historia nos dice que desde la consumación de la Independencia Nacional en 1821, con base en el Plan de Iguala, México adoptó la bandera con sus tres colores tradicionales, con algunas variantes en su disposición, y el escudo en el campo blanco que nos recuerda justamente el origen de nuestra nacionalidad.
Existen disposiciones oficiales desde 1822 sobre las características y el uso de estos símbolos patrios, publicadas en decretos desde aquellos años, en los que se indica, entre otras normas posteriores, que corresponde a la Secretaría de Educación Pública vigilar el cumplimiento de estas disposiciones en los planteles educativos.
Cuando cada lunes, en el patio de la escuela, o cuando los niños y las niñas la vean izada en el asta monumental de la Plaza Mayor de nuestra Ciudad, o en el lugar donde ellos vivan, sentirán una incontenible y poderosa emoción recorrer su cuerpo, y comprenderán el coraje que impulsó a Hidalgo y a Morelos para iniciar la lucha por la independencia, lo mismo que a los Niños Héroes de Chapultepec el 13 de septiembre de 1847, por defender esa Bandera del ejército invasor.
Esta misma emoción sentirán esos niños y niñas, ya hombres y mujeres mayores, hoy y todos los días de su vida, recordando el compromiso de estudiar y trabajar por fortalecer los lazos familiares, por cuidar el agua, la limpieza de la calle frente a su casa, de proteger a los animales y resguardar el medio ambiente donde todos vivimos
Si este proceso de aprendizaje lo iniciamos en el hogar y lo continuamos en la escuela desde los primeros años, los niños y las niñas comprenderán el significado de Patria y el de sus más entrañables símbolos: el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales.
Y lo harán por convicción y entusiasmo. Son valores que jamás olvidarán.
¡Es el resultado de la educación!
Profr. Claudio Taboada Elizalde
Torreón, Coah.
