Para los grandes gerentes del mundo de los negocios no es ningún problema el hecho de que hay un límite en cuanto a la posibilidad de cambiar la forma de pensar y de actuar de un empleado. Ellos ven este hecho como una confirmación de que las personas son diferentes, esta individualidad es benéfica y es bueno que exista. Es mejor primero entender la forma de pensar de un empleado y luego, encauzarle sus inclinaciones hacia un comportamiento productivo.
Si un gerente no puede desarrollar nuevos talentos en sus empleados, entonces ¿Qué es lo que puede hacer?
Primero, puede ayudarles a sus empleados a descubrir los talentos que poseen y que todavía están ocultos. A los grandes gerentes les gusta entrever los talentos de las personas y enseñarles a reposicionarlos para que los puedan aplicar de manera efectiva en su trabajo y en su vida diaria.
En segundo lugar, los grandes gerentes pueden enseñar a sus empleados nuevas habilidades y nuevos conocimientos. Aquí reside una parte muy importante del trabajo de los grandes gerentes. Las habilidades, los conocimientos y los talentos de una persona, son los elementos clave para el desempeño de un empleado. La diferencia entre los tres consiste en que las habilidades y el conocimiento pueden ser enseñados y aprendidos mientras los talentos no. Las habilidades, los conocimientos y los talentos, combinados en una misma persona crean un enorme potencial de alto desempeño y eficiencia.
Pero estos tres elementos no deben confundirse, si se confunden, se pueden desperdiciar grandes cantidades de tiempo y dinero tratando de enseñar algo que fundamentalmente no es posible enseñar. Las habilidades son el "como" de un puesto de trabajo, son capacidades que se pueden transferir de una persona a otra. Por ejemplo, para un contador, la aritmética es una habilidad. Si por alguna extraña razón hay un contador neófito que no sabe aritmética, el problema se resuelve enseñándole. La mejor forma de enseñar una habilidad es separando una por una las actividades propias de un puesto enseñándole al empleado a combinarlas de la mejor manera. Naturalmente, la mejor forma de aprender una habilidad es practicándola.
Ya he comentado que existen dos tipos de conocimientos: el de facto, con el que ya contamos y que hemos aprendido con anterioridad, y el conocimiento que se adquiere a través de la experiencia, que se acumula a lo largo de los años en el puesto.
En cuanto a los talentos, se han analizado más de 150 puestos de trabajo distintos y se han identificado una gran cantidad de talentos. Como el lector podrá imaginar, los talentos que se requieren para realizar un trabajo con excelencia son muy variados. Afortunadamente, hay una forma de simplificar estos diversos talentos, dividiéndolos en tres categorías: talentos de esfuerzo, talentos de pensamiento y talentos de relación.
Los talentos de esfuerzo le definen el "por qué" de las personas. Son la causa de que una persona se levante de la cama temprano por la mañana y esté motivada durante todo el día para hacer su mejor esfuerzo en el trabajo.
Los talentos de pensamiento definen el "como" de las personas. Explican como piensa una persona, cómo analiza alternativas y cómo llega a tomar decisiones. Los talentos de se refieren al "quien" de una persona, en quien confía, con quien establece relaciones. Definen también la capacidad de confiar en otros.
Estas tres categorías de talentos se presentan en muy diversas combinaciones en las personas e independientemente de que tanto queramos diferenciarnos de las demás personas, la propia combinación de talentos y los comportamientos que ésta provoca, los talentos permanecerán estables en nuestra vida.
La característica fundamental de los talentos es que no se pueden transferir de una persona a otra, no se pueden enseñar, solamente pueden ser usados para seleccionar a las personas adecuadas.
