A la memoria de Don Miguel Ángel Ruelas y de mi desaparecido, pero siempre presente equipo, al respeto y admiración a mi capitán Ramón Romero y al gusto de la amistad de Raúl "Acapulco" Herrera y mi querido viejo Don Ricardo Luna testigos de la historia.
El año de 1968 me hace añorar especiales sucesos, era el año olímpico, se daba una manifestación de expresión de voluntades entre los jóvenes y se cumplía uno de mis sueños de niño ver a la ola verde del Laguna en primera división, un día como hoy en un domingo futbolero del viejo y querido estadio San Isidro se oficializaba con rotunda exhibición ante el Zamora el ascenso de mi querido equipo confirmando con creces el triunfo de visita ante el Zacatepec en el "Coruco" Díaz con el gol del "niño héroe" Gerardo "pantalones " Lupercio.
Mis viajes dominicales junto a mí Padre y hermano y el Tío Toño al querido campo eran toda una fiesta, acercarme a la malla ciclónica y ver de cerca a la "Coyota", al elegante capitán Ramón Romero, a mis queridos y entrañables Raúl "Acapulco" Herrera, "Patito" y mi querido viejo Don Ricardo Luna, después a ese Emperador de las canchas de nombre Claudio Lostanau, al "Halcón" Peña, a Don Chava Reyes y del certero ariete Carlos Eloir Peruci, ver del debut de mí siempre bien recordado Rubén "Gato" Chávez y ver tantos laguneros en la cancha, llegaron los tiempos del Míster Don José Antonio Roca y con ellos la ilusión de ver a mis verdes despegar, siempre me han hecho la pregunta ¿Por qué el Laguna? Por su entrega, por su lucha, por su pasión, por su sabor futbolero lejano a las exquisiteces, pero tan propio del espíritu lagunero de lucha por su entrañable cancha tan amada que se convertía cada 15 días en un palacio habitado por nobles como Amaury Epaminondas, Neco, Rubini, Tubo Gómez, Oso Ramírez los locales Ruiz Vaquera, Jaime Chávez, Popo Franco, Cruz, la esperanza de Lorenzo Reyes y después de Carlitos González y de tantos a los que por la emoción del recuerdo pido me perdonen por no mencionar.
Recordar el primer gol por Raúl en primera narrados con emoción resuena todavía en mis recuerdos, cuando no me era posible asistir escuchaba pegado a la radio la narración de Don Armando Navarro Gascón, después de mi entrañable Alejandro Tovar Medina y las intervenciones comerciales de Angelito, en eran otros tiempos, en que la camisa era altamente deseada como aficionado no se conseguía con la facilidad de la actualidad, tampoco se cambiaba con rivales como hoy, no tenía ningún blasón con la mezcla de una emblemática paca de algodón coronada por un balón como escudo bastaba, la vieja camisa de algodón se sudaba en ese templo al esfuerzo y tozudez de lograr con lucha incesable un objetivo.
Vinieron tiempos de crecimiento, fuimos innovadores con la emisión de abonos por la temporada, nos llamaron "Labradores" y el viejo modelo de estadio se modificó con la construcción de la tribuna en la cabecera norte en donde se ubicó un espacio para niños en los que al lado de mis queridos amigos Miguel y Carlos Contreras aplaudíamos a Claudinor, a Miguel Micó, al "Bambino" Veira, al querido Alberto Rendo y al aguerrido Oscar Rolando Pierucci, Reginaldo Ramírez y al tano Onis.
Se dio la migración a la que fuera casa de su némesis, el entonces estadio Moctezuma, los tiempos cambiaron y esto fue el presagio de la desaparición, la que al final se cumplió, los hilos del destino movidos por Dios nuestro Señor dejaron sembrados en esa casa los colores verdes para que años después surgiera mi amado Santos Laguna y para que la desaparecida "Casa del dolor ajeno" me cobijara por 15 años en sus entrañas va esta columna como pequeño homenaje a mi Ola verde ¡felicidades a todos los protagonistas de esta hermosa historia!
