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El cocodrilo más grande del mundo vive en el Lago Tanganyika

Buyumbura, (EFE).- Más de doscientas víctimas en los últimos años y unas medidas que lo sitúan entre los cocodrilos más grandes del mundo han fraguado la leyenda de Gustave, un ejemplar que vive en el Lago Tanganyika y que ha escapado todo intento de captura.

"Calculamos que tiene entre seis y siete metros y pesa más de una tonelada. Es uno de los mayores cocodrilos del mundo, si no el más grande", explica a EFE Patrice Faye, especialista en reptiles francés de 50 años que lleva veinte viviendo en la región de los Grandes Lagos del este de África.

Fue el propio Faye quien bautizó a Gustave, al que comenzó a estudiar en 1998 después de que el cocodrilo devorara a uno de los pescadores que trabajaba para él obteniendo del lago especies raras de peces para venderlas a acuarios.

"Investigué durante seis meses y me di cuenta de que había un cocodrilo que atacaba a los humanos. Contabilicé 17 muertos en tres meses".

Faye descubrió un ejemplar "realmente grande" en la Reserva Nacional de Rusizi, situada al borde del lago, en la frontera entre Burundi y la República Democrática del Congo, y habitada por hipopótamos, cocodrilos y antílopes.

"Cada vez que el cocodrilo volvía al parque, paraban los ataques. Tiene que ser él, me dije", agregó

Los cocodrilos se alimentan normalmente de peces, pero cuando alcanzan una avanzada edad -y Faye calcula que por su tamaño, Gustave puede tener cerca de cien años- pesan demasiado, pierden velocidad y atacan presas fáciles de capturar.

Faye, que cría cobras, pitones y otras serpientes en el jardín de su casa de Buyumbura, la capital de Burundi, reconoce que no existe un recuento oficial de las víctimas, pero que todos los años desaparece gente en la rivera burundesa del Tanganyika.

"Cuando Gustave deja Rusizi y va hacia el sur del lago, a veces se producen hasta veinte ataques en un mes. Calculamos que en total ha debido de matar entre doscientas y trescientas personas en los últimos años".

Audifax Hatungimana se cuenta entre la decena de personas que han sobrevivido a un ataque de Gustave, aunque la dentellada le dejó sin la pierna derecha.

El joven, de veinte años, tenía catorce cuando fue atacado por sorpresa por el cocodrilo cuando se bañaba junto a sus amigos en el lago.

"Sentí un tirón muy fuerte en la pierna y cuando me giré vi un enorme cocodrilo con mi pierna en su boca", recuerda Audifax.

El joven se resistió y pescadores que faenaban muy cerca golpearon con sus palos el agua y al propio Gustave, que finalmente dejó libre su presa y se alejó del lugar.

"Había oído hablar de que había cocodrilos en el lago pero pensaba que eran cuentos", dice Audifax, que dejó el colegio a raíz del accidente y ahora trabaja como peluquero, un empleo que puede desempeñar apoyado en su muleta.

Otros habitantes también temen ser atacados pero siguen acudiendo a bañarse al lago, para muchos el único lugar en el que pueden lavarse.

Audifax afirma que desde el accidente no ha puesto un pie en las aguas del Tanganyika, pero se ha reconciliado con su atacante: "No quiero que lo maten. Estoy a favor del medio ambiente".

En el Lago Victoria, en la cercana Uganda, las autoridades capturaron el pasado 8 de marzo un enorme cocodrilo de cinco metros y una tonelada de peso, que fue llevado a una granja para evitar que lo mataran los pescadores locales, quienes le atribuyen la muerte de decenas de personas.

Pero la captura de Gustave ha demostrado ser mucho más complicada.

Un equipo de televisión voló al país hace dos años para acompañar a Faye y a dos expertos en cocodrilos en una expedición para capturar al cocodrilo.

"Construí una jaula trampa de diez metros de largo por tres de ancho", explica Faye.

Tamaño artilugio, transportado por cuarenta hombres, fue depositado en el parque de Rusizi con cebos dentro, y vigilado durante tres semanas, pero el cocodrilo nunca cayó en la trampa, si bien el documental resultante, "El monstruo de Tanganyika", ha sido exhibido con éxito en la televisión francesa.

De momento, el cocodrilo asesino continúa en libertad, su fama sigue aumentando -el grupo "National Geographic" le dedica un artículo en su número de marzo de su revista 'Adventure'- y quien le diera su nombre admite que ya no tiene intenciones hostiles contra él.

"Al principio quería matarlo, después capturarlo para su estudio científico y ahora ninguna de las dos cosas", dice Faye. "Poco a poco, a fuerza de estudiarlo, ha llegado a caerme simpático", añadió.

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