¡Todos contra la pobreza!
Ahora resulta que los tres presidenciables con más clientela votante anuncian su guerra contra la pobreza extrema. Qué bien se ve que buscan el voto apelando al sentimiento. Nada más falta que derramen lágrimas al mostrar su hipócrita compasión por los millones de pobres de este México tan disparejo, a pesar de la igualdad que dicen procurar.
Para el precandidato, priista hasta la médula, la inseguridad pública que asola al pueblo mexicano se resolverá ipso facto con la generación de empleos y combate a la pobreza, así lo dijo recientemente en su visita a Zacatecas. Para Meade, la delincuencia organizada y no organizada tiene su origen en el desempleo y obviamente en la pobreza, por lo que, con simplismo llano, declara tácitamente que resolviendo el problema de la seguridad pública mediante el control de armas y el combate al flujo financiero ilegal, automáticamente aumentará el empleo y consecuentemente disminuirá la pobreza. No sabe Meade que un “halcón”, sólo por avisar telefónicamente a sus empleadores, de la presencia policíaca o militar, gana hasta mil pesos por semana; y que la “halconeada” la puede realizar hasta la mujer que vende elotes en la esquina.
Anaya no aventura una solución, tan sólo reconoce el problema y da cifras (11 millones de personas en pobreza extrema), y dice que, de ganar la presidencia, una de sus seis prioridades será acabar con la pobreza extrema, y aunque dijo que no deberíamos poder dormir tranquilos sabiendo lo que nos dijo, estoy seguro que él sí lo hace.
AMLO coincide con Meade en cuanto al origen de la pobreza y de la delincuencia. (Siempre los ha relacionado). Parece que para él, los delincuentes son tales porque fueron pobres: es decir, delinquen por necesidad. Curiosa percepción o ¿interpretación? de la realidad. Otra vez, igual que Meade, reduce el problema de México a un simple binomio: pobreza, igual a delincuencia; con “crecimiento económico, la generación de empleo y la aplicación de programas de desarrollo social” y ¡listo, se acabó el problema!
No obstante la coincidencia de percepción del problema, hay una diferencia en la solución al problema de inseguridad, pues mientras que Meade plantea el control de armas y el apoyo de las fuerzas armadas; AMLO, solamente anticipa que acabará con la guerra contra el narcotráfico y pacificará al país en sólo tres años. ¡Sí Calderón no pudo hacerlo en seis! ¿Qué o cómo piensa, AMLO pacificar al país? ¿Pactará con los grandes capos de la droga? ¿No estará pecando de inocente el precandidato de la esperanza de México? Por otra parte, no olvidemos que el 17 de diciembre (2017) AMLO dio a conocer diez acciones básicas para acabar con la inseguridad, entre las cuales levantó polvo la última: Otorgar amnistía a los delincuentes.
Como simple ciudadano siento que los precandidatos no están aportando estrategias de solución a los graves problemas de México, pues el control de armas está supeditado a la frontera. Meade sabe que por ahí pasan con el boleto de corrupción, y contra ésta no ha dicho esta boca es mía. Anaya tampoco ha publicado sus propuestas de solución. ¿Estará evitando eso para evitar que sus adversarios le plagien sus brillantes y jóvenes ideas? o ¿será que no tiene ni la más remota idea de qué podría hacer si llegara a ganar la presidencia? ¿Qué cree usted?
Dentro de todo este circo mediático llama la atención el optimismo exagerado, o la excesiva fe de AMLO al nombrar a su gabinete como ya lo hizo previamente a las elecciones de 2012. Quizás por desear con vehemencia sin mesura la presidencia de la república, el universo se confabule para finalmente darle la oportunidad a este partido político fundado por él mismo, en la alternancia política en aras de la democracia.
Si Meade representa la continuidad del statu quo; Anaya, la incógnita, con riesgo de repetir los errores de Fox y de Calderón, o peor aún, hacer lo mismo que el PRI; sólo queda afrontar el riesgo clérigo-dictatorial de López Obrador. ¿Quién de los tres será el menos peor?
Héctor García Pérez
Comarca Lagunera
