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Opacidad panista

Gran desilusión ha provocado a los torreonenses la reciente adquisición de 60 patrullas de vialidad y de la policía municipal, en calidad de renta a un costo de 51 millones de pesos, lo que equivale a 850 mil pesos por unidad, por año; una mala negociación a leguas vista, en la que se tiene que estar ciego para no verla, o con intereses muy oscuros, que ha manchado la incipiente administración de Jorge Zermeño Infante, quien, o ya está chocheando o lo chamaquearon, pues tal decisión de arrendamiento a un costo exorbitante sólo puede calificarse como un absurdo, incluso aunque la economía de Torreón fuera boyante.

La molestia por esa adquisición no sólo es por la opacidad, en cuanto que no se licitó operación, sino porque además del costo exagerado, con el arrendamiento, cada vehículo triplica su costo, en perjuicio de la economía de Torreón; además, las unidades carecen de las especificaciones técnicas ideales para lo que serán utilizadas.

Al parecer, el alcalde por segunda ocasión, siguió los pasos de su antecesor, sin tomarse la molestia de consultar o cuando menos comunicar su decisión al representante del Consejo Estatal de Seguridad y presidente del Fideicomiso Regional de Seguridad Pública, Juan Adolfo Von Bertrab, lo que demerita la diplomacia y buenas relaciones que deben existir entre las instancias competentes.

Se dice que lo que mal empieza mal acaba; y en este caso, esperamos que esta pifia sea una excepción a la regla, pues tal hecho, además de abonar a la opacidad, significará un golpe a la ya de por sí menguada economía del municipio.

Si Don Jorge Zermeño Infante, realmente desea reelegirse como alcalde, deberá cerciorarse que sus asesores sean de su bando, no sea que esté durmiendo con el enemigo; pues, el flamante gobernador coahuilense nominado por el TEPJF es priista y aunque es nativo de Torreón, alguien le oyó decir, en algún momento al ver que en su ciudad no obtuvo los votos para el cargo que hoy ocupa: “Todo para Saltillo, nada para Torreón”.

No cabe o mejor dicho, no debe caber el rencor y afán de venganza en un político, sólo porque no ha sido favorecido con el voto; antes bien, un buen político debe ser incluyente y gobernar para todos.

Resulta incongruente que Saltillo esté considerada, en el país, como la segunda ciudad mejor para vivir; mientras que Torreón ocupa el 19avo lugar. Esa asimetría de poder, ese favoritismo por la ciudad capital ha hecho mucho daño a los torreonenses, que poco a poco, se va convirtiendo en una ciudad sucia, abandonada por los alcaldes que ha tenido, y también por los gobernadores que poco han apoyado al desarrollo de la que no hace muchos años fuera una ciudad próspera y pujante.

Toca al alcalde Zermeño disminuir esa brecha abismal entre la capital coahuilense y esta ciudad, fortaleciendo la capacidad de negociación y de exigencia en un marco de derecho y de diplomacia, haciendo a un lado las diferencias partidistas; y lo más importante, a partir de una autocrítica y un diagnóstico de la problemática de la ciudad, jerarquizar prioridades y trabajar en torno a una visión de futuro compartida con la clase empresarial y todos los sectores sociales que inciden de una u otra forma en el progreso y desarrollo de un espacio urbano, que es y ha sido nuestra casa.

Héctor García Pérez

Comarca Lagunera

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