"¿Otra vez Patriotas va a jugar el Super Bowl?", me pregunta un amigo apenas terminaron las finales de conferencia. "Ya estuvo, siempre ellos". Y no es casualidad.
Aunque muchos aficionados a la NFL le dan demasiado peso a las decisiones de los árbitros, la dinastía de Nueva Inglaterra en el nuevo milenio es innegable.
Patriotas está a punto de llevarse su sexto anillo de Super Bowl y con ello igualar a los Acereros de Pittsburgh, otra de las franquicias más odiadas en este bonito deporte.
Pero es real, Bill Belichick y Tom Brady se han combinado a la perfección y se las han ingeniado para llevar esta nave al éxito durante más de una década, dominando la división Este de la Americana, y la conferencia también.
Y el final no se ve cerca.
Quienes le apostaron a Jaguares de Jacksonville en sus quinielas le apostaron a la sorpresa, al deseo, más que otra cosa. Y prepárense, difícilmente Patriotas va a perder el Super Bowl LII. Sólo espero que las Águilas no hagan el ridículo de los Halcones de Atlanta hace un año.
Ayer, no pude sintonizar el partido entre Jaguars y Patriots desde el principio. Ya cuando el visitante aventajaba al favorito por 10 puntos, supe el desenlace.
Quise soñar por un momento que podría darse el esperado golpe de estado, que David le pegaría a Goliat, que los miles de asistentes al Guillete Stadium se irían sin nada. Pero el sueño duró poco.
Apenas mostró Patriotas una ligera reacción y el final era más que predecible. Y es que siempre es lo mismo, porque ni siquiera es que hayan sufrido durante la temporada regular para meterse a playoffs.
Iban 20-17 y apagué la televisión. No necesité ver más.
Siempre es la misma canción, el mismo espectador...
Yo no sé qué pensarán los rivales de los 'Pats' en partidos decisivos (sobre todo cuando van arriba en el marcador), pero en cambio sé que en Nueva Inglaterra lo sabrán resolver.
¿Le seguimos?:
