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Crónica Gomezpalatina

Identidad, costumbres y vivencias laguneras

MANUEL RAMÍREZ LÓPEZ

En las primeras décadas del Siglo XVIII grandes extensiones de tierra que antes pertenecieron al Marquesado de Aguayo fueron adquiridas por Melchor Sánchez Navarro cura de Monclova integrante de una de las familias más prominentes de Coahuila, quien heredó esos bienes a sus sobrinos Jacobo y Carlos Sánchez Navarro y Beráin, quedando un adeudo por la cantidad de $30, 000.00 pesos a favor de los descendientes del Marqués, quienes requirieron el pago del crédito señalado a los citados señores Navarro, por lo que éstos, procedieron a enajenar una parte de sus bienes a los señores Leonardo Zuloaga y Juan Ignacio Jiménez, quienes adquirieron las superficies de la Hacienda de San Lorenzo de la Laguna en una operación celebrada el día 24 de abril de 1848 en la cantidad de $80, 000.00 pesos.

Los mencionados terrenos de eriazo estaban en el cauce de los ríos Aguanaval y Nazas, que desembocaban el primero en la laguna de Viesca y el segundo lo hacía anteriormente en la laguna de Tlahualilo y después las aguas del Nazas cambiaron su curso a la laguna de Mayrán. Los compradores iniciaron de inmediato trabajos para la irrigación de esas superficies, surgiendo diferencias con su vecino Juan Nepomuceno Flores y para zanjarlas celebraron un convenio de fijación de límites el día primero de marzo de 1852 para así evitar conflictos posteriores, Determinaron que la línea recta divisoria por la parte del río Nazas, iniciaría en la parte más elevada del cerro que está en la boca llamada de Calabazas, que da al lado poniente del río y al lado del Rancho de San Fernando.

Las tierras que quedan a la derecha de la referida línea formarían parte de la hacienda de San Lorenzo de la Laguna de los señores Zuloaga y Jiménez. Las labores del Rancho de San Fernando (hoy Lerdo) y todas las tierras de eriazo a la izquierda de la citada línea que se trazó, quedaron comprendidas como parte de la hacienda de San Juan de Casta, perteneciente al señor Juan Nepomuceno Flores, quien se comprometió a dejar en beneficio de los dueños de la hacienda de San Lorenzo de la Laguna el agua sobrante de la Presa de San Fernando para que pasara sin embarazo a la presa de la labor de Santa Rosa de Lima, declarando que son propietarios de dicho remanente y como tales los reconoce, así como también lo son de la referida presa de Santa Rosa, su acequia y demás mejoras que están hechas hasta la fecha.

Los señores Zuloaga y Jiménez decidieron partir la hacienda que habían adquirido en común, y se acordó que el primero quedara en posesión de la hacienda ubicada en Coahuila (hoy Torreón) y el señor Jiménez como propietario de la hacienda del lado de Durango (conocida como Santa Rosa de Lima, hoy Gómez Palacio) con el río Nazas corriente abajo, como división natural de ambas propiedades. Don Juan Ignacio Jiménez había principiado desde 1949 la construcción de la presa de Calabazas para derivar las aguas del río por la margen izquierda para irrigar las tierras abiertas al cultivo en Santa Rosa de Lima. El citado asentamiento agrícola fue escenario de los constantes ataques de los belicosos indios bárbaros del norte, como se les llamaba a los comanches y a los apaches, que con frecuencia incursionaban saqueando y atacando a los habitantes de la hacienda por lo que trabajadores y patrones les hacían frente con valor y determinación, en defensa de vidas y propiedades.

Eso nos habla de las tremendas dificultades que habían de sortearse por parte de esos pioneros, luchadores por la supervivencia, situación que reforzaba sus lazos de solidaridad y fraternidad extensiva a los pobladores de los ranchos y comunidades comarcanas.

Debido a los cambios obligados por razones naturales y los requerimientos propios de las tareas agrícolas y ganaderas que demandaban la ocupación temporal de trabajadores, se daba con bastante frecuencia la movilización de personas en la búsqueda de mejores condiciones laborales, por razones de esa trashumancia y migración constante entre los habitantes de la Comarca Lagunera se propició una regionalidad y el surgimiento de una identidad compartida como consecuencia de la creación de lazos de parentesco y de lugar, dada en los asentamientos donde les tocaba permanecer, los cuales eran pertenecientes a cualquiera de las entidades de Coahuila y Durango.

Debido a esas situaciones, nuestro terruño siempre ha tenido una profunda y arraigada identidad, que sin embargo no ha sido obstáculo para compartir costumbres de otras poblaciones aledañas, sin dejar de tener su propio y acendrado sentimiento de pertenencia, al igual que su enorme cariño por la tierra que nos vio nacer.

Admiramos y reconocemos que en las capitales de nuestras respectivas identidades se han dado notables circunstancias históricas y que allí se concentran los mandos estatales de las instituciones jurídicas, administrativas y educativas, entre otros quehaceres gubernamentales, pero a la distancia nos consideramos protagonistas de nuestra propia idiosincrasia y con la suficiencia para hacer frente a cualquier circunstancia o eventualidad que nos depare el destino, somos participantes en el esfuerzo colectivo y tenemos esperanza en el beneficio común, en base a la unidad y la justicia.

Las diferentes circunstancias de terreno, clima y posibilidades que se presentan en la sierra el llano y el desierto nos han servido para templar nuestro carácter y tener formas de vida muy particulares, de acuerdo a las características de cada lugar y a las posibilidades de adquisición de bienes utilitarios que se pueden requerir para cubrir las actividades esenciales y cotidianas de las comunidades. A través de los tiempos hemos visto como los habitantes de los respectivos poblados han adoptado sistemas prácticos para asegurarse una subsistencia más cómoda y fácil, entre más antiguos los poblados son más experimentados, ya que cuentan con el bagaje de las vivencias de su riqueza cultural, artística, gastronómica y recreativa, con sus creencias y supersticiones, pero sobre todo con su fe y sus principios, que les han permitido desarrollar una vida mejor y trascendente.

Como lo afirmó nuestro añorado y bien recordado Dr. Sergio Antonio Corona Páez en su libro el Rancho de la Concepción del cual hemos tomado estos datos, citando la definición de Identidad Regional Lagunera que hizo en el año de 1825 el señor José Ignacio de Mijares, notario y vecino de la villa de Parras relativo a las cualidades de los laguneros señalaba como cualidades las siguientes: “Carácter…de las gentes, activos, enérgicos, intelectuales, especulativos, profundos, empresarios, sobrios, sociales, patricios, generosos, rectos, valerosos y más que todo religiosos. Significados que nosotros podamos valorar con rectitud y justicia para ver si esa definición tan positiva se aplica a nuestra persona. A continuación, anotamos esas definiciones que hizo el doctor Corona, por considerarlas muy valiosas y positivas, y su vigencia con las que aparecen en nuestros diccionarios actuales, para entender cabalmente su significado y valorarlas debidamente.

Activo: El diligente y eficaz en sus operaciones. Enérgico: Lo que tiene energía o pertenece a ella, el que actúa con fuerza, viveza y eficacia.

Intelectual: Dedicado al estudioyalameditación, Inteligente.

Especulativo: El que ejerce la acción de comprar, vender, mudar, etcétera, algún género comerciable para lograr las ganancias que ha calculado. Comerciante, inversionista.

Profundo: El que pone y penetra muy interiormente alguna cosa para llegar al perfecto conocimiento y penetración de su esencia o calidades. Analítico.

Empresario El que comienza una acción ardua y dificultosa de manera valerosa. Emprendedor.

Sobrio: Templado y moderado, especialmente en el beber. Austero.

Fiel: Leal, observante de la fe que uno debe a otro. Confiable.

Social: Sociable, el que naturalmente se inclina a la sociedad o tiene disposición para ella. Tratable.

Patricio: Noble de corazón.

Caballeroso.

Generoso: Liberal, dadivoso y franco.

Recto: Justo, severo y firme en sus resoluciones.

Valeroso: Fuerte, eficaz y activo. El que demuestra valor, esfuerzo y ánimo.

Religioso: Observante de la religión o de sus mandamientos. Hemos tomado estas afirmaciones por considerarlas muy válidas y convenientes para el conocimiento de nuestros lectores y como un homenaje a don Sergio Antonio Corona (QEPD). Con un saludo en este nuevo año.

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