La característica primordial de las dictaduras es la concentración y control absoluto sobre el poder; esto incluye todos los órganos del estado y nula división de poderes; dominio de los medios de comunicación y sometimiento del pueblo; comprendiendo también la intromisión en la vida privada de las personas. Para ello necesitan contar con tres potencialidades esenciales: un partido o minoría civil con facultades omnímodas sobre el erario, atenta exclusivamente a la voz del tirano; leyes acordes al interés de la clase dominante y una fuerza militar intimidante que tenga la capacidad de sofocar cualquier alzamiento ciudadano; para ello necesita que el ejército utilice un armamento lo más moderno posible; incluidos medios electrónicos de vigilancia de personas hasta en su intimidad y una fortaleza jurídica que le exima de cualquier violación a los derechos humanos. Para asegurar el dominio total, el sátrapa debe ser sordo a los llamados tanto de sus ciudadanos como de los organismos internacionales.
La época de dictadores sudamericanos se caracterizó por la compra de armamento sofisticado. "Naciones Bananeras" adquirieron arsenales y navíos de guerra para "salvaguardar su soberanía nacional", pero en realidad servían como amenaza y uso represivos contra ciudadanos que se atrevían a oponerse a dichas tiranías. Ejemplos fueron los portaviones y los destructores; el ARA Independencia, en la marina argentina en 1958; siendo dictador de la Patagonia Arturo Frondizi; creador del "Plan Conintes", que otorgaba una amplia jurisdicción a las fuerzas armadas en la lucha contra los disturbios internos y sujetaba bajo los tribunales militares a cualquier manifestante. En la guerra de las Malvinas, el portaviones no fue utilizado y el crucero "Belgrano" fue hundido: ahí acabó la flota argentina. El "gorila brasileño: Castelo Bronco no se quedó atrás; modernizó el portaaviones carioca; "Minas Gerias"; pero algo ridículo; en sus primeros años nunca operó avión alguno de combate de alto desempeño.
Mario Vargas Llosa definió en 1990 a México como una "Dictadura Perfecta"; "es la dictadura camuflada; tiene las características de la dictadura: la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido; y de un partido que es inamovible". Resulta interesante analizar a ese México 27 años después de esa aseveración.
La reciente información de que México compró armas en Estados Unidos como misiles tácticos y torpedos ligeros por un costo aproximado de dos mil millones de pesos; que entre 2011 y 2015 México triplicó su compra de armamento, de acuerdo al informe de "Transferencias Internacionales de Armas"; quien asegura que anterior a esta compra, hubo otras por varios miles de millones de dólares como la adquisición de armas largas individuales con valores superiores a un millón de pesos cada una. Además, ha mostrado interés en adquirir cazas MiG 35, aviones imperceptibles al radar y capaces de volar a cualquier hora del día y bajo cualquier condición meteorológica. También, para 2018 la Fuerza Aérea Mexicana pretende adquirir 120 aeronaves entre las de ala rotativa y de ala fija, amén de incrementar sus sistemas volátiles no tripulados y contar con 21 bases aéreas distribuidas en todo el país. En suma, en este sexenio, México ha invertido más de diez mil millones de dólares en armamento, comprado a diversas naciones, como Israel, que apoya el muro de Trump.
Estas decisiones del gobierno nos plantean varias preguntas: ¿Contra quienes se van a usar estas armas? Una guerra extranjera es impensable; México mantiene su política pacifista; y en caso de una invasión de una potencia militar, tampoco serían suficientes para impedirla, ya sean Brasil o Argentina, menos aún Estados Unidos, Rusia, China o cualquier nación europea, donde sería preferible mantener una defensa diplomática al estilo Suiza. ¿Entonces?
Frente al dispendioso gasto militar que podría tener como única justificación el combate a la delincuencia organizada, la cual no tendría que ser enfrentada con armas tan sofisticadas. Luego pues se presentan realidades que debemos analizar seriamente: La inflación en México alcanzó para 2018 el 6.77%, la más alta en casi 20 años; la canasta básica se incrementó un 9.61% más que la inflación general en el país. El gas LP, hoy indispensable en casi todos los hogares subió 44%. CONEVAL informa que 36.9 millones de mexicanos en pobreza viven las ciudades, donde enfrentan desempleo, empleos de baja calidad, (45% reciben salarios inferiores a una mínima alimentación); migración y falta de recursos para llevar servicios básicos a todas las viviendas. El 46.5 carece de acceso a la seguridad social. Otros 16.5 millones de personas sufren la pobreza extrema en áreas rurales. Habrá que agregar entre los pobres a los jubilados con pensiones antes medias, ahora ya prácticamente míseras.
Sin embargo, en su afán protagónico de gran líder, el ejecutivo federal no voltea a ver este panorama de indigencia; asegura que los retos actuales de su gobierno son el combate a la impunidad, la inseguridad y la corrupción; pero exige que reconozcamos los avances logrados a lo largo de esta administración; y es cuando vuelve a la realidad social el tema de la Ley de Seguridad Interior; que no ha terminado aún; la compra de armas es una de las argucias políticas para imponer el temor entre el pueblo evitando que proteste por el fraude electoral que ya prepara para asegurar a su zarévich en el cargo; un títere que le cuide las espaldas a él, a sus gobernadores y demás cómplices.
Pero la lucha social contra esa nefasta reglamentación debe continuar; un considerable número de organizaciones ciudadanas y una infinidad de mexicanos están exigiendo al INE y al ICAI que presenten una controversia constitucional, a fin de que sea declarada ilegal, como ya lo hicieron organismos internacionales (ONU y comisiones de Derechos Humanos) y que las armas adquiridas no puedan ser usadas, al menos legalmente, contra el pueblo.
