Refranero del Quijote

Don Quijote se prepara, aún sin el acompañamiento de Sancho Panza, para llevar a cabo su primera salida en busca de aventuras.

"Y así, sin dar parte a persona alguna de su intención, y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día, que era uno de los calurosos del mes de julio, se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada [parte de la armadura para cubrir la cabeza], embrazó su adarga [escudo ovalado y pequeño de piel], tomó su lanza y, por la puerta falsa de un corral, salió al campo con grandísimo contento y alborozo".

Así iba cuando cayó en la cuenta que no era armado caballero y conforme a las reglas de la andante caballería "ni podía ni debía tomar armas blancas con ningún caballero; y puesto que lo fuera, había de llevar armas blancas, como novel caballero, sin empresa [divisa o emblema] en el escudo, hasta que por su esfuerzo la ganase".

Titubeó don Quijote sobre si debía seguir adelante, o no. Decidió continuar y armarse caballero en la primera oportunidad que tuviera. Y "en lo de las armas blancas, pensaba LIMPIARLAS de manera, en teniendo lugar, QUE LO FUESEN MÁS QUE UN ARMIÑO, y con esto se quietó y prosiguió su camino".

Cervantes juega con los conceptos blanco y limpio. Si de armas se trata, basta con que estén más limpios que un armiño para que se les considere blancas.

La expresión "más limpio que un armiño" se emplea para referirse a algo súper limpio, en alusión a la blancura propia del armiño, que hace de este animal un paradigma de la limpieza y de la blancura. Y no se diga de su finura. Razón por la cual su piel era y es muy apreciada para la elaboración de prendas de lujo para damas y aun capas para reyes.

@jagarciavilla