Columnas Social

PIÉNSALE, PIÉNSALE

ARTURO MACÍAS PEDROZA

'OTRA VEZ CON SU DOMINGO SIETE'

Nuevamente, las promesas incumplidas de una economía mejor repercuten inmisericordes en los bolsillos de todos. El costo de la cuesta de enero será tan difícil que parecerá una escalada al Everest. Sorprende el cinismo de las declaraciones de quienes siguen saliendo desafinados con su "domingo siete". Autoridades de las diversas secretarías tratan de ocultar con eufemismos lo evidente: todo está subiendo de precio a niveles alarmantes. Es innegable el fracaso del sistema económico y la solución tendrá que venir de la sociedad organizada, que no admite ni puede aceptar la sobreabundancia de bienes en unos cuantos, mientras millones de mexicanos están sumergidos en la pobreza.

La solidaridad propia del ser humano tiene que superar la ideología individualista y basarse en el principio fundamental de que todos los bienes están destinados para todos los hombres y no sólo para unos cuantos; ejercer la solidaridad nos dignifica, nos hace mejores y nos asemeja más a Dios. Ser compasivo, desapegado, amoroso, humanitario, corresponsable y ético, son cualidades poco acordes con el neoliberalismo que promueve el lujo, el consumismo, la competencia y la explotación del prójimo y del planeta, pero son inherentes a la naturaleza humana y fundamentales en el desarrollo del ser humano como tal, individual y colectivamente.

No se trata de repartir nuestros bienes de manera anárquica; lo que nos engrandece es vivir personalmente nuestro compromiso de comunión, traducida en hechos concretos de solidaridad y de promoción humana. Es a través de estas acciones como podremos revertir el sistema y transformar a México. ¿Cómo poder hacer todo un cambio de mentalidad extendida por todo el planeta? ¿Es posible? Sorprenderá saber que tenemos todo para que logremos el país justo, digno, próspero y solidario que deseamos, pero no esperemos que las transformaciones vengan de quienes están beneficiándose del sistema. Si nosotros como sociedad organizada no lo hacemos, nadie lo va a hacer. Urge generar un desarrollo integral para todos los mexicanos e incluso ser punta de lanza en la transformación mundial, que también está pagando las consecuencias de un sistema económico-social deshumanizador.

México tiene valores arraigados en su tradición cultural, que nos permitieron tener un país donde convivía la paz y el desarrollo; valores que necesitamos retomar y salvar de la decadencia, y en los que la educación familiar tiene un papel importante para imprimirlos en los hijos, aunque también son necesarias las instituciones educativas, las empresas, los diferentes niveles de gobierno, las instituciones religiosas y los miembros de la comunidad. Sólo con la paz, el desarrollo y la solidaridad, podremos vencer la cultura del individualismo, materialismo y hedonismo, que ha debilitado a nuestra sociedad.

¿Que hacer para que no nos salgan de nuevo con su domingo siete? Para que no desafinen mejor, que ya no canten. La solución es tomar nuestra responsabilidad en la participación social y la acción ciudadana efectivas.

No hay propuestas de cambio real del sistema en los partidos, y quien propone transformaciones en este sentido desde una candidatura independiente, está muy lejos de superar los obstáculos que el mismo sistema impone, pero ni un ángel caído del cielo sería suficiente, si no sale desde la base de la sociedad organizada y activa, la fuerza transformadora. No serán nuestros defensores los que ahora son nuestros verdugos.

Es necesario ir preparando el cambio y estableciendo las bases sólidas para el desarrollo desde ahora; elegir políticos comprometidos por los intereses de su país, mejorar sustancialmente la educación, fomentar el Estado de derecho, unir esfuerzos Estado y sociedad para transformar el país con un auténtico desarrollo integral; la experiencia demuestra que, cuando los países están preparados para el cambio, pueden mejorar a una velocidad mucho mayor de lo que se suponía.

El desarrollo no depende de la alternancia, ni de la reducción de la pobreza, sino, fundamentalmente, de la determinación de todos los que integramos México. La elección de uno u otro candidato o partido será una decisión difícil para quien intenta discernir con una conciencia ciudadana responsable e interesada por el bien del país; las decisiones que tomemos como sociedad marcarán en gran medida el éxito de México en los próximos años. Pero lo que si no tiene que pensarse mucho es la decisión urgente de participar todos solidariamente, poniendo a disposición de los demás los talentos que cada uno tiene.

Exigir un Estado de derecho con un sistema de gobierno eficiente y robusto; provocar consensos a favor del país de las diversas fuerzas políticas; implementar la impartición eficiente de la justicia; vigilar el eficiente manejo de las finanzas públicas; fomentar el desarrollo de pequeñas y medianas empresas; trabajar por el desarrollo integral de todos los mexicanos, sin importar su filiación partidista, su credo ni su condición social; todo esto será posible si retomamos los valores que son el patrimonio de nuestro país: la honestidad, la solidaridad, el respeto a la vida, a la propiedad ajena, el esfuerzo, la responsabilidad, el ahorro, la sencillez, la satisfacción de ser mexicanos y el deseo de superación. La apatía e indiferencia han dañado mucho al país. Nuestra patria reclama nuestra participación para aliviar los variados rostros sufrientes de México.

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