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PEQUEÑAS ESPECIES

A MIS TREINTA Y NUEVE AÑOS

En el transcurso de las casi cuatro décadas dedicados a la salud de los animales, que por cierto agradezco con gran emotividad a la Asociación de Médicos Veterinarios de Pequeñas Especies de La Laguna, por el reconocimiento otorgado a un humilde servidor por la trayectoria a nuestra hermosa profesión.

Una de las experiencias más gratas en el trabajo de las pequeñas especies, es el de poder devolver la salud aquellos pacientes que nos han puesto a envejecer aceleradamente cuando nos encontramos con enfermedades que nos han hecho perder el sueño a los veterinarios que nos dedicamos a esta especialidad.

Pacientes que vienen de emergencia en la madrugada, como las cesáreas a causa de vientres repletos de cachorros que se encuentran ansiosos por nacer, intoxicaciones por el veneno para ratones que las curiosas mascotas no se pudieron contener de probarlo, y el más común de todos, perros jóvenes e impetuosos que salen de la casa como bólidos y son causa de los traumas más severos por atropellamiento.

Cuando menos acordé mi cabeza pintaba canas sobre todo cuando tenía que dar la noticia de la muerte de un paciente que sólo vino a pensión, cómo explicar a su dueño que su retozante perro había fallecido por tristeza, y que esa patología aún no se encuentra en los libros de medicina veterinaria, o aquella paciente que presentó paro cardíaco durante una de las cirugías que realizamos a diario para no tener más gatitos, gozando de una espléndida salud y teniendo toda la vida por delante, o cómo explicar el extravío de la mascota consentida que había venido a la clínica a un simple baño y en el menor descuido salta de la mesa y aprovecha la puerta abierta para salir a la calle, cómo explicar aquellas enfermedades raras, que no deben presentarse de la manera en que se comportan, mientras todos sus exámenes de laboratorio salen normales y nuestro paciente agoniza y la fe de nuestros clientes es ciega y por ningún motivo buscan la opinión de otro colega que tal vez puede ser mejor que nosotros, jamás los he escuchado que se quejen como ahora lo estoy haciendo.

Afortunadamente después de la noche vuelve a salir el sol, tan brillante como siempre, ya con las ideas en calma y después de haber repasado una y otra vez la sintomatología de nuestro paciente en diferentes libros de la universidad, de la especialidad y memorias del último congreso, es entonces cuando aparece esa pequeña luz de cómo solucionar el problema de aquel perrito moribundo que tal vez no habíamos logrado apreciar ese pequeño síntoma en el transcurso de la enfermedad, y es entonces con tan sólo con un cambio en la dieta nos alejamos de esa intoxicación crónica a la proteína del alimento que no toleraba nuestro paciente y es cuando viene la recompensa.

La gratitud de nuestros clientes y el poder retribuir devolviendo la salud a su mascota, es una de las más grandes satisfacciones por la enorme confianza que nos tuvieron al no desesperar en el transcurso de la enfermedad al ver a su mascota al borde de la muerte. La confianza es la mejor de las medicinas para el alma, aunque al vernos al espejo notemos una cana más en nuestra cabeza o una arruga más en el rostro, es tan sólo la respuesta de que seguimos estando vivos y seguimos teniendo trabajo gracias a la preferencia de nuestros clientes.

Que este nuevo año esté colmado de salud y bendiciones, son mis más sinceros deseos para usted, su apreciable familia y su querida mascota.

  Por: M.V.Z. Francisco Núñez González

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