Columnas Social

La columna del perro

M.V.Z. MIGUEL DÁVILA DÁVILA

PERRO CALLEJERO

Muy seguramente yo en vidas pasadas fui un perro callejero, pues al observarlos a éstos yo me identifico totalmente. Basta verlos por ahí deambulando, sorteando todo tipo de peligros de la vida en la ciudad, armados solamente de su sentido común y de su instinto de supervivencia, siempre dispuestos a dar cariño para ser aceptados o listos para huir en caso de ser agredidos.

Muchas veces maltratados injustamente, otras veces son sacrificados sin razón o albergados de por vida cuando su único delito fue que tuvieran un dueño irresponsable e insensible que los abandonó en la calle. Como cosa casual mucho antes de que yo pensara en ser veterinario mis amigos de la infancia me pusieron el apodo de "perro" con el cual todavía mis amigos se refieren a mí y apodo con el cual como dije anteriormente me identifico totalmente.

A continuación transcribo la letra de una canción preciosa de Alberto Cortez, que la compuso a un perro de la calle.

Era callejero por derecho propio;

Su filosofía de la libertad

Fue ganar la suya, sin atar a otros

Y sobre los otros no pasar jamás.

Aunque fue de todos, nunca tuvo dueño

Que condicionara su razón de ser,

Libre como el viento era nuestro perro

Nuestro y de la calle que lo vio nacer.

Era un callejero con el sol a cuestas

Fiel a su destino y a su parecer,

Sin tener horario para hacer la siesta,

Ni rendirle cuentas al amanecer.

Era nuestro perro y era la ternura,

Que nos hace falta cada día más

Y era una metáfora de la aventura

Que en el diccionario no se puede hallar.

Digo nuestro perro porque lo que

Amamos

Lo consideramos nuestra propiedad

Y era de los niños y del viejo Pablo

A quien rescatara de su soledad.

Era un callejero y era el personaje

De la puerta abierta en cualquier hogar,

Y era en nuestro barrio como del paisaje,

El sereno, el cura y todos los demás.

Era el callejero de las cosas bellas

Y se fue con ellas cuando se marchó,

Se bebió de golpe todas las estrellas

Se quedó dormido y ya no despertó.

Nos dejó el espacio como testamento

Lleno de nostalgia, lleno de emoción,

Vaga su recuerdo por los sentimientos,

Para derramarlos en esta canción.

Al fin y al cabo amigos míos,

No era más que un perro…

Y ahora, para terminar, una gota de filosofía: ES FEO IRSE A DORMIR SIN HABER AMADO, PERO ES MÁS FEO IRSE A DORMIR SIN HABER CENADO (COCO ALVARADO CUEVAS).

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