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Sueño en los ríos de México

Yo río libre

JULIO CÉSAR RAMÍREZ

Escuché este sueño de un viaje en Amatlán de los Reyes, montañas altas de Veracruz, a orillas del río Blanco:

Yo tuve un sueño. Al inicio, yo estoy en una audiencia en el Distrito Federal, en la cual campesinos e indígenas de Morelos, en los años 1900, leen una petición que comienza con la frase siguiente: "Y venimos a contradecir". Denunciaban las violencias que sufrían, y explicaban por qué querían hacer una revolución.

Después, el sueño avanza más de un siglo. Es el año 2022. Yo hacía un viaje a México invitado por MAPDER, Movimiento de Amigos y Pueblos que Derrotan Presas.

El viaje empezaba en Temacapulín. Era un día de fiesta. Se celebraba diez años de la cancelación del proyecto El Zapotillo. Muchos de los hijos y nietos de los que conocí hace dos años, y ahora todos ustedes, estaban en esa celebración. Nos dieron a beber mexcal del agave temacapulinensis, y muchas frutas. Y danzamos y cantamos juntos nuestra amistad. Pienso, pero no estoy seguro, que he visto por detrás del quiosco a Emiliano Zapata. Pero en mi sueño no lo creía y me decía que debía ser un sueño.

Después seguí el viaje. Estuve en La Parota. La fiesta la organizaba el CECOP, Concejo de los Ejidos que ya se Olvidaron de la Presa de La Parota. Allí estaba Rodolfo, joven como siempre desde que lo encontré la primera vez, que todavía buscaba explicarme lo que es México y qué son los mexicanos. Y yo le decía que a pesar de todos mis viajes a México y de todas las lecturas, yo no creía que podría jamás entender a los mexicanos. Ni con la lectura de Octavio Paz, que ahora está en mi buró.

Fui también a Cerro de Oro. Don Juan Zamora me presentó a muchos de sus parientes y amigos de muchos ejidos; y los chinantecos estaban reunidos otra vez en un territorio. Tenían sus tierras, plantaciones. En las escuelas se rescataban la cultura y las tradiciones chinantecas. La población y la cultura chinanteca estaban en grande desarrollo.

En Arcediano encontré a Lupita. Estaba de vuelta a su antigua casa y negocio. Y no estaba sola. Toda la comunidad había sido reasentada en su antiguo territorio. La fiesta celebraba que después de muchos años un tribunal federal había decidido poner en la cárcel a los técnicos y funcionarios que habían provocado tanto sufrimiento. La comunidad estaba unida y celebraba que la justicia, después de tantos años, se había hecho.

Mi viaje continuó por la cuenca del Río Verde, en Oaxaca. Los descendientes afro-mexicanos, los mixtecos y los chatinos celebraban ellos también diez años de la cancelación de la presa Paso de la Reina. Lo mismo en Veracruz: en la comunidad Villa Libertad, donde un festival de naranjas celebraba diez años de la victoria contra la presa. Me llevaron a bañarme en el río Blanco y me quedé encantado con sus aguas frescas y cristalinas. Los peces lindos circulaban sanos y hermosos por las piedras de las correderas. Fui a visitar las Marismas Nacionales. En la comunidad indígena de San Pedro Ixcatán encontré a Don Julián y pude ver que el pueblo Cora pescaba, atravesaba el río y vivía con total libertad, basado en su cultura ancestral.

Por otra parte, vi en México ejidatarios que habían rescatado sus tierras, sus bienes comunes. Las asambleas agrarias ya eran reuniones democráticas, donde los ejidatarios se manifestaban con libertad y organizaban modos autogestionarios de vida económica, social y cultural. Los pueblos indígenas Cora, Nahua, Huichol, Chinanteco y muchos más habían finalmente transformado en realidad el reconocimiento de que México es un país multicultural, multiétnico, en que las etnias tienen respetadas sus culturas, costumbres y derechos.

Volví a Brasil lleno de ganas de seguir el ejemplo de lucha, pertinacia, combatividad y esperanza que encontré en México. Y volviendo a Brasil desperté. No había más sueño, pero sí la dura realidad de nuestras luchas. Desperté con la convicción de que muy pronto vamos a celebrar muchas victorias.

Carlos Vainer, hacedor del sueño, es profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro y asesor del Movimiento de Afectados por las Presas de Brasil, defensor de ríos. Lo conocí en Temacapulín, Jalisco, en octubre de 2010. Llegaba con la delegación brasileira al Encuentro Internacional "Ríos para la Vida 3" y nos tocó caminar juntos, conducidos por niños del pueblo, a las casas donde nos alojarían durante una semana.

Ahora, en plena tormenta, comparto este sueño desde la cuenca de nuestros ríos Nazas y Aguanaval.

@kardenche

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Escrito en: Yo Río Libre

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