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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

La vida y mensaje de Jesucristo se expresan en un lenguaje pleno de sentido común, que al ser abordado por cualquier interesado a profundidad, con independencia de su sencillez, produce un vértigo de atracción que explica el por qué después de dos mil años, existen personas cuya Fe las lleva no sólo a creer, sino a entregar su vida por la causa del Evangelio.

La celebración de la Navidad nos enfrenta al misterio en virtud del cual Dios se hace presente en medio de la historia humana y por ello, el mensaje del Papa Francisco pronunciado el domingo pasado, nos invita a celebrar esta fiesta con alegría, a partir de considerar a Cristo como el enviado del Padre que viene a dar a los hombres la dignidad de Hijos de Dios y en consecuencia: "…a dar la Buena Noticia a los que sufren; a curar los corazones desgarrados; a proclamar la amnistía a los cautivos y anunciar la libertad a los prisioneros…"; todo ello en palabras del Profeta Isaías, que Jesús hizo suyas en la Sinagoga de Nazaret, (Lucas, 4, 16-19).

Enseguida y refiriendo al modo en que en virtud del consumismo y los excesos solemos torcer el sentido festivo de la temporada navideña, el Papa refiere a que "la alegría del cristiano no se puede comprar… surge de la Fe y del y del encuentro con Jesucristo, razón de nuestra felicidad… y cuanto más cerca de Jesús estamos, mas encontramos serenidad interior, aún en medio de las contrariedades cotidianas". Por ello, continúa el Papa, "…el cristiano… no puede ser profeta de desventuras, sino testigo y heraldo de… una alegría contagiosa que hace menos fatigoso el camino de la vida…".

Sin embargo, la alegría que produce la Fe en Jesucristo, no conduce a la mera satisfacción personal, sino al compromiso. Una característica esencial de la Palabra de Jesús, es que está vinculada de modo inmediato a una acción concreta, que impulsa a obrar en consecuencia. Dice al respecto José Luis Martín Descalzo, que los preceptos de Jesús son secos e incisivos: No juréis en absoluto (Mateo 5:34); si alguien golpea tu mejilla derecha, muéstrale la izquierda (Mateo 5:39); amad a vuestros enemigos y orad por quienes os persiguen (Mateo 5:44); cuando deis limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha (Mateo 6:3).

En rigor Jesús no expresa enunciados esotéricos, dice cosas racionales que ayudan a vivir a la gente y en función de ello, San Agustín afirma: "La substancia de lo que hoy se llama Cristianismo ya estaba presente entre los antiguos y no faltó desde los inicios del género humano, hasta que Cristo vino en la carne".

Jesús es Verbo porque es palabra y acción sobre la persona individual y sobre el entorno comunitario: "levántate, toma tu camilla y vete a tu casa (Marcos 2:10-12); id y predicad el Evangelio a toda creatura (Marcos 16:15); seguidme, yo os haré pescadores de hombres (Mateo 4:19); Pedro, apacienta mis ovejas, apacienta mis corderos…(Juan 21: 15-17); lo que hicisteis con estos pequeños lo hicisteis conmigo (Mateo 25: 35-46)…".

Como corolario de lo anterior no es posible escuchar la Palabra y permanecer indiferentes, porque el mensaje está vinculado a una realidad contextual que nos interpela a proceder conforme al plan de Dios, a favor de nuestros semejantes.

Cristo es el hombre en medio de la multitud que viene al mundo con una misión, y permanece fiel a su cumplimiento aún a costa de su vida terrena, que ofrece libremente, en sacrificio por la verdad. El mensaje de Cristo cuyo nacimiento celebramos tiene vigencia atemporal y constituye un paradigma universal, porque siendo Dios, se ha hecho uno de nosotros.

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