Columnas Social

Piénsale, piénsale

ARTURO MACÍAS PEDROZA

CON DECISIÓN CONSTRUYAMOS LA PAZ, BASTA DE FALSAS SEGURIDADES

La Navidad que estamos por celebrar es gloria para Dios y paz para los hombres. Si la venida de Jesús es una prenda de paz para la tierra, es porque en él apareció la gracia de Dios. Que trae la salvación para todos los hombres.

Padeciendo el pueblo de México esta grave herida provocada por la violencia y la inseguridad, los obispos del país nuevamente hacen un llamado como hace 17 años, a construir caminos que impulsen la construcción de la paz (cfr. "Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna". 2010), lamentando que las cosas no han mejorado y que la escalada de la violencia ha ido en franco ascenso, manifiestan que "la situación del país se ha complicado de manera grave y que no se avizora una salida a esta otra crisis humanitaria que se vive en muchas regiones y que resulta igual o más dolorosa que la crisis humanitaria que se está viviendo a partir de los sismos de este año".

Reconocen los obispos en el documento que siguen vigentes los factores que contribuyen a la violencia y a la inseguridad e incluso se han endurecido, entre ellos la corrupción, la desigualdad, el desempleo, la impunidad, la ineficaz procuración de justicia, el abandono al campo.

El fenómeno de la violencia, por ser multifactorial, se ha complicado y extendido hacia nuevos ámbitos políticos y sociales: ejecuciones de actores político, periodistas, defensores de derechos humanos y crecimiento de la violencia contra las mujeres.

Los obispos interpelan a todos, a las autoridades, a los ciudadanos y los fieles católicos urgiendo a la responsabilidad ya que cuanto más tarden las soluciones de fondo será más difícil avanzar hacia una auténtica paz.

Como lo había hecho hace 7 años, propone cosas concretas que, dada la situación urgente actual y la coyuntura que enmarca las elecciones ya próximas, no pueden ser ignoradas nuevamente.

En relación a las acciones legislativas propuestas, piden los obispos acciones y principios a tener en cuenta a la hora de discernir por la elección de nuestros diputados y senadores: "Hoy se requieren acciones legislativas que, en un paquete con visión integral, marquen una ruta crítica para resolver las causas, pero también eviten la permanencia de políticas como la de la presencia de las fuerzas armadas en funciones policiacas y logren un consenso de todas las fuerzas políticas y sociales en orden a establecer estructuras nacionales, estatales y municipales de seguridad eficaces y respetuosas de los derechos de todos". Y a propósito de la cuestionada Ley de Seguridad Interior recién aprobada, los obispos invitan a que "Avancemos ya hacia tener instituciones que, con capacitación, coordinación y equipo cualificados, provean nuestra seguridad interna, para así dejar al ejército en su función de seguridad nacional". Es necesario pues un congreso que haga leyes que sirvan a los intereses del pueblo.

Menciona también la urgencia de reorientar los Centros de Readaptación Social, de la procuración de justicia, de la eficacia en la atención a causas y factores de riesgo en las dinámicas de la violencia y de la implementación de procesos eficaces contra la corrupción.

El documento reconoce la necesidad de promover una mayor responsabilidad ciudadana, combatiendo la fragmentación y dispersión para poder incidir en lo social y político para construir la paz: "Debemos todos contribuir a fortalecer a una sociedad civil responsable y articularnos mediante nuevos modelos de diálogo y colaboración que incorporen a todos los actores en procesos plurales, resolutivos, propositivos y comprometidos".

Ante la necesidad de una indispensable educación para la paz, la justicia y la conciencia ética, el documento critica la validez de una reforma educativa que no llega a promover los valores y cultura de un pueblo; a los medios los invita a ser "maestros del lenguaje de la paz" y llama a quienes practican la violencia a arrepentirse y cambiar de vida.

Transcribimos finalmente los compromisos que la Iglesia Mexicana manifiesta al final de este documento, a partir de su misión espiritual de llevar el evangelio, que contiene el germen de la paz necesario en nuestro país, sintiéndose responsable de despertar energías a favor de la paz. Éstos compromisos requieren implementarse en la estructura de la pastoral eclesial y no sólo en declaraciones de la jerarquía :

"Ante todo, a quienes han vivido en carne propia cualquier tipo de violencia queremos hacer llegar nuestra solidaridad y buscaremos más activamente escuchar y acompañar a las víctimas, estableciendo centros orientados a ello en las diócesis y parroquias.

Promoveremos, especialmente en las zonas de mayor pobreza, acciones en favor de soluciones permanentes basadas en la solidaridad de toda la sociedad.

Nuestras campañas de oración comunitaria, esperamos que también contribuyan a dar esperanza y promover la reconstrucción de la cohesión social.

Nos comunicaremos, a través del diálogo social, con diversos actores sociales transmitiendo de palabra y acción gestos de pacificación, perdón y reconciliación, que construyan paz y justicia en las comunidades.

Nos acercaremos con mayor empatía a las y los jóvenes para escuchar sus problemáticas y sus esperanzas, para responder a ellas en lo posible y transmitirlas a la sociedad y gobiernos.

Exhortamos a todos los católicos a participar activamente en todos los esfuerzos que contribuyan verdaderamente a una vida en paz en sus familias, sus comunidades y barrios y en la vida política y social.

Hoy, como en 2010 , "ofrecemos nuestro servicio para facilitar el diálogo y acercar a las partes en los conflictos, para que se supere la sinrazón de la violencia y mediante el diálogo se encuentren caminos de paz y reconciliación". (253)."

Firmada apenas el 12 de diciembre de 2017, fecha significativa para el pueblo mexicano, encomienda estas acciones a la Virgen de Guadalupe, para que toda la Iglesia ayude a encaminar a nuestro pueblo por caminos de progreso, justicia, verdad y paz. La paz es un don de Dios y un compromiso del hombre. Que el niño Dios, príncipe de la paz, cuyo nacimiento celebraremos en la Navidad ya próxima, nos llene con sus dones para ser constructores de paz.

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