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La silla presidencial

(Primera de dos partes)

Describir como fue escrita una obra como La silla presidencial es referirse a la pasión por la historia de una lucha que marcó al México contemporáneo. Es un esfuerzo literario para retratar ese episodio histórico cuando las fuerzas de Francisco Villa y Emiliano Zapata entraron a la capital y ambos caudillos revolucionarios llegaron a Palacio Nacional, donde estuvieron frente a ese objeto símbolo del poder en México.

Ambos tuvieron en sus manos el acceso al poder. Villa se contentó con sentarse para saber qué se siente estar en ella y Zapata mantuvo una respetuosa distancia. Desde el punto de vista del Caudillo del Sur, esa silla volvía locos a los hombres.

¿Qué hubiese sido de México si alguno de ellos hubiese aspirado a la Presidencia? Es algo que queda a la imaginación. Sus asesinatos arteros son de los que más duelen y siguen doliendo al pueblo de México y aunque ellos hubiesen desechado el poder, como lo hicieron, su sola presencia sería un recordatorio permanente de que era necesaria la justicia social y su sombra se proyectaría sobre las presidencias en turno, como una pesada losa de la cual se librarían únicamente cumpliéndole a ese pueblo que había luchado y ganado con su sangre el derecho a una vida mejor.

Villa y Zapata, Zapata y Villa, hombres de quienes se ha hablado mucho y se seguirá hablando por varias generaciones más, porque se han convertido en un mito, alimentado por la fe y la esperanza de aquellos quienes cuentan sus historias, pasándolas de padres a hijos. No importa que haya libros que

pretendan borrar o minimizar su lucha. En la memoria histórica del pueblo viven y se acrecientan sus hechos, convirtiéndolos en gigantes.

La obra de teatro La silla presidencial, es uno de esos resultados, de cómo las historias permanecen y se transmiten por el viento. En Palacio Nacional aún resuena el eco de sus pasos, retumba la risa franca de Villa y los pasillos parecen contemplar aún a Zapata caminando con ese inmenso respeto a las instituciones consagradas con el sacrificio de miles de hombres y mujeres que se fueron a la guerra en defensa, no de un ideal, sino de sus familias y de sus descendientes, para quienes reclamaron el derecho a un horizonte de realidades y no de promesas.

La obra en sí es una crítica permanente al sistema político mexicano, donde es tan peligroso hablar, como mantenerse en silencio. De ahí la importancia de recordarlos, porque hacerlo es revivir el miedo de los poderosos, porque es hacerles notar que aún existen injusticias sociales y quienes en realidad

hicieron la Revolución, aún siguen esperando respuestas.

¿Qué tan peligroso puede ser un hombre como para que aún después de muerto siga siendo objeto de polémica? Solamente aquellos quienes sin perder el piso se lanzan a la lucha para lograr la justicia en el rincón que les tocó vivir. Eso es un ejemplo y como tal puede ser seguido. El peligro de ellos fueron las acciones con las que rubricaron sus ideas.

Y planteo una tercera pregunta: ¿hacia dónde nos lleva la silla presidencial? Más que un objeto es un símbolo, que implica la reconstrucción del país en cada sexenio, con lo cual nada se concreta, todo inicia, pero nada termina y los problemas siguen y se agravan.

Ing. Efraín Humberto Garza Flores

Político, escritor y autor de La silla presidencial

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