Refranero del Quijote
Después de la llamada aventura
de la cueva de Montesinos, a
la que descendió don Quijote, y
ya al anochecer en la venta, éste
narra a los presentes un
cuento.
Les dice que a un regidor
“por industria y engaño de
una muchacha criada suya, y
esto es largo de contar, de falta
[se le pierde] un asno, y aunque
el tal regidor hizo las diligencias
posibles por hallarle,
no fue posible”.
Agrega que otro regidor le
sugiere a su similar que salgan
ambos al monte a buscar al jumento.
Le propone que uno y
otro vayan en distintas direcciones y lancen rebuznos, que
el pollino al oírlos acudirá desde
donde se encuentre, “aunque
esté metido en las entrañas
de la tierra”.
Al llevar a cabo el ejercicio,
el regidor que lo propuso hace
tan bien el rebuzno que el dueño del asno le dice: “que de vos
a un asno, compadre, no hay alguna
diferencia, en cuanto toca
al rebuznar, porque en mi vida
he visto ni oído cosa más
propia”. Luego agrega:
“Ya maravillaba yo de que
él (el burro) no respondía,
pues a no estar muerto, él rebuznara
si nos oyera, o no fuera
asno; pero a trueco de haberos
oído rebuznar con tanta
gracia, compadre –respondió
el otro-, pues SI BIEN CANTA
ELABAD,NOLEVAENZAGA
EL MONACILLO” [monaguillo].
Este refrán fue modificado
por Cervantes, pues en su tiempo
era más conocido así: “Como
canta el abad, así responde
el sacristán”, o bien: “A mal
abad mal monacillo”.
Aunque el regidor que lo invoca se compara a sí mismo
con un burro, el sentido del
proverbio es que para bien o
para mal el dependiente o subordinado
tiende a parecerse a
su jefe o superior.
@jagarciavilla