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Poniendo a México en pie

JUAN PABLO CASTAÑÓN CASTAÑÓN

Tres meses después de que dos terribles sismos nos arrebataran cientos de vidas, y a miles los despojara de su patrimonio, los mexicanos tenemos todavía mucho por hacer. El reto más difícil después de un desastre natural es recuperar la normalidad: encontrar las fuerzas para superar las pérdidas irreparables, hallar la oportunidad de reconstruir lo derrumbado y retomar nuestros hábitos y actividades diarias, con nuevos aprendizajes.

En el sector privado, desde el primer momento nos dimos a la tarea de apoyar a quienes más lo necesitaran: primero, para atender la emergencia y; después, para planear una reconstrucción inteligente, honesta, participativa.

Un recuento de la ayuda humanitaria que entregaron y canalizaron las empresas durante esas primeras semanas de emergencia, arroja más de 13 mil millones de pesos en donaciones y productos, entre alimentos, víveres, medicinas, equipos para remoción de escombros, traslados, entre otros.

Hoy ya hemos avanzado en las tareas de reconstrucción y queremos compartirlo con las empresas y la sociedad que, con su generosidad, ha contribuido con más de 260 millones de pesos al fideicomiso Fuerza México. Hemos, además, firmado alianzas con fundaciones y organizaciones para que la ejecución de sus recursos sea de forma eficiente y coordinada. Sin importar el tamaño de sus propias necesidades, los mexicanos se han sumado a la causa común de donar para reconstruir.

Por su parte, en el Comité técnico del Fideicomiso Fuerza México -conformado por representantes de organismos empresariales, de la sociedad civil y de compañías-, se ha trabajado para responder a la solidaridad y confianza de nuestros donantes, con acciones que verdaderamente impacten en la calidad de vida de las familias afectadas. Se trata de un Fideicomiso privado, que no recibe ni ejerce recursos públicos, pero actúa coordinadamente y de forma complementaria donde más se necesita.

A través de un trabajo detallado con nuestro subcomité de Expertos, establecimos, por ejemplo, que los niveles de marginación, el grado de afectación por los sismos, así como la existencia de un censo completo de daños, serían criterios claros para elegir las comunidades donde impulsaremos la construcción de vivienda, infraestructura y otros proyectos de desarrollo.

Hoy, ya hemos avanzado en la tarea de devolver la esperanza y mejorar la calidad de vida de quienes lo perdieron todo. En esta primera etapa, hemos comenzado por apoyar a las comunidades más marginadas y con mayores daños, a través de intervenciones humanitarias que van desde la construcción de viviendas temporales (5 a 7 años) para quienes no tienen techo en Oaxaca y Morelos; la provisión de agua potable; la puesta en marcha de programas de saneamiento, suministro alimentario y apoyo psicológico; la protección integral del bienestar de los niños y jóvenes afectados; el fortalecimiento de capacidades para hacer frente a nuevas contingencia; así como a la construcción de las primeras 100 viviendas permanentes que comenzaremos a entregar antes de que termine el año en Oaxaca. Estamos finalizando también los preparativos para iniciar con otras 400 en las próximas semanas, en municipios de Chiapas y Oaxaca. Y seguiremos trabajando para intervenir en todos los estados que han sido afectados por los sismos.

En todos los casos, las intervenciones no son ejecutadas directamente por el Fideicomiso, sino por organizaciones independientes, experimentadas y con la capacidad de ejercer los recursos con las mayores condiciones de eficiencia y transparencia. Y buscando en cada caso la participación activa de las comunidades en la definición de su futuro.

Pero no sólo vamos a reconstruir edificios o casas: el objetivo es reanimar la vida social y productiva de quienes han sido afectados. El modelo de intervención busca ser integral: aunque la mayor parte de la reconstrucción se destinará a viviendas, en cada lugar tenemos que trabajar en lo que haga falta, como en la reconstrucción de escuelas, templos, mercados o monumentos históricos indispensables para reactivar la vida de las comunidades. Y, en una segunda etapa, buscando alternativas para su economía, como las empresas sociales, o la vinculación con cadenas de valor ya establecidas.

Nuestro país no puede olvidar que las consecuencias de los sismos todavía lastiman a miles de familias y nos duelen a millones de mexicanos. Con la ayuda de miles de ciudadanos seguiremos impulsando proyectos que contribuyan a una rápida recuperación. Tenemos claro que falta mucho por hacer y convocamos a que las empresas y la sociedad sigan contribuyendo. Para poner una luz en el camino, necesitamos que la solidaridad no se apague. Para más información y donaciones:

www.fideicomisofuerzamexico.mx.

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