EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Nevada

Civitas

CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

¡Días extraordinarios! Tanto, como una nevada después de veinte años. Quizá parezca anecdótico, pero la nevada que se vivió en la ciudad, fue en muchos sentidos memorable. Acostumbrados a malas noticias, la nieve nos obligó a la pausa necesaria, pero sobre todo, al asombro. Más todavía, al goce de ver y sentir un paisaje inusualmente blanco. ¡Mejor postal navideña no pudimos tener!

El año pasado, fue harto caluroso, como todo en La Laguna, pero además, como si el solazo no fuera suficiente, en pleno 24 y 25 de diciembre hizo calor. Ese año, la ropa de invierno tuvo que esperar. ¿Se acuerdan? Sin embargo, la ausencia de invierno tuvo consecuencias en la región. Entre otras, todo el año punzaron, por no decir otra cosa, auténticos ejércitos de moyotes, mosquitos y cuanta cosa que picara por sangre. ¿Les parece raro tanto caso de dengue? Aquella temporada sin invierno, no tuvimos ni renovación, ni la purga natural de las plagas que nos entrega un buen frío. Hace no mucho, escuché la ocurrencia de volver a fumigar la región vía aérea para combatir los mosquitos. Sin duda, nada aprendimos de la historia, ni de las miles y miles de toneladas tóxicas de DDT que contaminaron la región, con tal de fumigar los campos algodoneros. Las consecuencias de aquella locura, todavía las padecemos, incluso, se asocia a padecimientos de cáncer.

Pero mejor regresemos al elogio de la nevada que vivimos entre el 7 y 8 de diciembre. Durante la semana los pronósticos del tiempo, indicaron con antelación, que descendería la temperatura significativamente, y además, llovería. El símbolo de nieve apareció constante en la aplicación del clima del teléfono. No obstante, ya sabemos sobre el ingrato el oficio de predecir el futuro. Esa misma semana, un vocero de la oficina local de la Comisión Nacional del Agua, negó que hubiera condiciones para una nevada. De la misma manera, un conocidísimo director de Protección Civil de Gómez Palacio "exhortó a la población a no dejarse llevar por rumores ni información falsa". Por supuesto, el resto de la historia ya la conocemos: la naturaleza se encargó de contradecirlos. ¡Nevó como nunca en veinte años! Sin duda, esos futurólogos tendrían que predecir nada.

Además de júbilo y monos de nieve, la nevada ayudó a limpiar el campo de plagas, que muchas veces ni los químicos pueden erradicar. Un experto en asuntos del campo, el Ing. Humberto Campillo, me comentó que la helada es muy positiva no sólo por el control de plagas, sino porque ayudará al rebrote de pastos para agostadero.

De la misma manera que el nogal necesita de buenos fríos para entregarnos la mejor nuez, la helada de estos días es una buena noticia para la región.

Acostumbrados al intenso calorón, los laguneros recibimos con emoción la nevada. Pareciera que hay algo en los números, en especial el siete. Hubo nevadas en Torreón en 1947, 1967, 1997 y 2017. ¿Algo nos dicen esos ciclos y repeticiones? Siete. Número mágico, número cabalístico, número bíblico. Siete veces siete. Sin embargo, aunque el siete se repite, tenemos registro de otras nevadas. En febrero de 1896, una nevada arrasó con los árboles que recién habían plantado en la Plaza de Armas, que por aquella época, se llamaba "2 de abril"; nombre que para nada gusta a los creyentes de la revolución. En 1918 volvió a nevar. A los pocos años, la nieve regresó. El 17 de diciembre de 1925 nevó, y casi logra suspender el tráfico ferrocarrilero en la ciudad. En aquella ocasión, los agricultores celebraron la nevada porque las tierras quedaron en magníficas condiciones para hacer las siembras. La temperatura registró un grado bajo cero, lo cual fue magnífico para acabar con las larvas y gusanos picudo que afectan el algodón. El 4 de enero de 1947 la nieve volvió, y en la Plaza de Armas, se constató una acumulación de cinco centímetros. Los agricultores que cultivaron trigo, quedaron muy contentos por la humedad que dejó en la tierras, y por acabar de paso, con las plagas.

Dos años después, en 1949 no nevó, pero la ciudad amaneció con escarcha. Nos quedamos a un paso. Para 1959, plumeó, pero no lo suficiente para dejar las huellas de una buena nevada. Sin embargo, el 11 de enero de 1967, sí nevó intensamente, tanto, que el municipio de Tlahualilo registró la mayor caída de nieve. Pero tuvieron que pasar treinta largos años para que los laguneros vivieran otra nevada. El milagro, por así decirlo, ocurrió en pleno día de la Virgen de Guadalupe. 12 de diciembre de 1997. Como tantos, esa nevada la gocé, no tanto en la ciudad, sino en la sierra de las Noas. ¡Qué belleza!

Paradójicamente, en febrero de 2011 vivimos la "helada negra". No hubo nada de nieve, pero sí un frío feroz que secó miles de árboles y plantas.

En la madrugada del 11 de marzo de 2016, la nieve no llegó a la ciudad de Torreón, pero sí al municipio. El picacho de la sierra de Jimulco amaneció blanco. Esa vez tuvimos una preciosa y extraordinaria postal. Este año, el invierno no nos quedó a deber. Disfrutamos, como regalo navideño, una preciosa nevada.

Nos vemos en Twitter, @uncuadros

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Civitas

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1413262

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx