— Charles Bukowski
Hasta la creación del IFE, el sistema electoral mexicano era parte integrante del Poder Ejecutivo, el presidente, además de designar a su sucesor, promovía el proceso de elecciones con personas muy ligadas a él; burócratas movidos como piezas de un tablero para que por meses, en lugar de ir a laborar, promovieran el voto a favor del candidato priista; arquitectos del burdo teatro electorero: elaboraban boletas; buscaban vasallos que ocuparan las mesas directivas de casillas y para que contaran los votos, acción en sí misma innecesaria, sólo por simulacro legal, pues ya antes de que el primer elector emitiera su sufragio, se sabía perfectamente quien había ganado el cargo. Si desea divertirse al mismo tiempo que conocer esa realidad, vea la película de 1948: "Ay Palillo no te rajes" y volverá a apreciar las elecciones de Coahuila de 2017, 69 años atrás.
1988 fue el parteaguas de la historia del fraude electoral federal, el secretario de gobernación Manuel Bartlett Díaz, si, el mismo que ahora grita y desgarra sus vestiduras como senador de izquierda, fue el artífice legal y actor principal de dicho fraude; aunque lógico, por encargo. Para muchos mexicanos Cuauhtémoc Cárdenas ganó la elección, pero "se cayó el sistema" y los votos favorecieron a Carlos Salinas de Gortari; idéntico al 4 de junio de 2017 en Coahuila.
Cuando surgió el IFE; en 1994, se buscaba acabar con el control del ejecutivo sobre el proceso electoral; los dos primeros presidentes de este organismo ciudadanizado fueron ejemplo de honestidad: José Woldenberg (1997-2003) y Luis Carlos Ugalde (2003-2007); pero posteriormente y hasta hoy, las dudas y muchas veces más que eso, han sido la tónica del árbitro electoral. Andrés Albo Márquez y Leonardo Valdés Zurita dirigieron un árbitro ya muy cuestionado; problemática de credibilidad incrementada con el actual consejero presidente Lorenzo Córdova Vianello; cuyo estigma ha desatado una tormenta de confianza muy profunda en la sociedad.
Tras los comicios de junio de 2017, los cuestionamientos de la honestidad de este árbitro electoral se hicieron más crudas, se ha llegado a pensar que el paquete es muy pesado y no podrán con el proceso electoral de 2018; en él se votará por presidente de la república, senadores y diputados federales, además de gobiernos estatales, congresos locales y ayuntamientos en varias entidades federativas; si bien las últimas bajo la férula de los oples; más cuestionadas que el propio INE, con menos credibilidad que él, como el IEC de Coahuila que ha demostrado, en todos los campos, ser rastrero lacayo del partido oficial, proceder ampliamente recompensado.
Después de las trágicas resoluciones ilegítimas del Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación (TRIFE) sobre los casos Estado de México y Coahuila, donde ambas elecciones para gobernador fueron sancionadas como legales, llevando a dos espurios gobernantes al poder, el Consejo General de INE emitió, muy tardío, pero esencialmente indispensable, un mensaje que, si bien no satisface plenamente a los ciudadanos debido a su falaz trayectoria, si manifiesta un reconocimiento a la ilegalidad de dichas votaciones. Acusaron a los magistrados de ese tribunal de favorecer la opacidad en el gasto de los partidos, como el exceso incurrido por el PRI en todas las campañas electorales; exhibieron la destrucción del piso parejo que exigen los principios generales de derecho y del propio INE para todos los partidos; tal y como lo definió el consejero Ciro Murayama, titular de la Comisión de Fiscalización, quien expresó: "Creo que un principio de la impartición de justicia es tener la misma vara para todos los actores y aquí yo veo una diferente". Otros consejeros presintieron grave problemática para el 2018 cuando manifestaron otra preocupación en la permisividad al uso de dinero en efectivo, que es difícil de rastrear y fomenta la opacidad de los partidos, como fue el pago a sus representantes en las casillas y la entrega fuera de tiempo de comprobantes falsos; ello fue público y notorio en este estado cuando días después de la jornada electoral, se llamaba a los representantes de casilla del PRI para que firmaran actas en que aseguraban haber actuado por principios y no haber recibido paga alguna.
Abundando en un acto que podría salvar las elecciones federales de 2018, además de que apoyara la credibilidad indispensable al árbitro administrativo electoral; algo que todos quisiéramos, fue la lápida que el consejero Benito Nacif, dejó caer sobre la actuación rastrera del TRIFE declarando: "Al promover la simulación promovemos el cinismo en torno las autoridades electorales, y si promovemos el cinismo en torno a las instituciones electorales socavamos la confianza y la credibilidad en ellas". ¿Más claro?
Otra manifestación interesante, la declaración del actual consejero presidente: "Timoratos no, [daremos] manotazos cuando sea necesario... Creo que es así como tenemos que enfrentar el proceso de 2018, porque ahí nos jugamos la viabilidad última del modelo... no aceptaremos "trampas electorales", de ningún tipo y ejerceremos la autoridad en el proceso electoral de 2018".
El divorcio INE-Electores existe, nadie lo puede negar, pero de pronto surge, como en toda relación humana, la necesidad de creer en el otro y es llegado el momento de demostrar atracción, como pareciera, y sólo pareciera, al momento, que lo está buscando el INE. Lo que también está claro que bajo el salinato; lo único válido es el descontón, el arrebato a los derechos electorales de la ciudadanía, amén de otras privaciones de la dignidad del ciudadano como la burla de hacerle creer en candidatos simuladamente honestos y apartidistas, quienes son cómplices de los feroces atracos a los mexicanos.
