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Simplismo y politiquería

Con/sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

Tal vez el síntoma más evidente del deterioro de la actividad política en México sea la generalización del simplismo como forma argumentativa para favorecer o desfavorecer las candidaturas. Discursos como "tal y tal son lo mismo"; "si gana aquél vamos estar igual que los de allá" o; "la reunión de éste con aquél es tal cosa" son ejemplos de argumentos simplistas que niegan la complejidad humana apelando a la tripa más que a la razón.

Si nos ponemos a pensar con un poco de detenimiento lo que vamos a enfrentar los mexicanos en 2018 supone una elevada responsabilidad que no debería ser abordada de manera visceral, por las consecuencias que entraña. No sólo es el cargo que estará en juego, más importante es reconocer que ninguno de los que se lo disputan representa una alternativa significativamente distinta a lo que ofrecen sus rivales, lo que de manera alguna los iguala. Son las pequeñas diferencias las que deben ser sopesadas para la decisión y éstas no aparecen cuando se reduce todo a simplismos.

Decir que "López Obrador nos va a convertir en otra Venezuela" es tan mentiroso como el discurso de que "basta llegar a la presidencia como para que se termine la corrupción" o que "el PRI y el PAN son lo mismo". Se trata de expresiones que, aunque puedan colocarse con facilidad en la opinión pública, en realidad no tienen ningún sustento, más allá de que, como cualquier asunto propiamente humano, acepte ejemplos y contraejemplos.

Independientemente de nuestras filias o fobias políticas -a las que, por supuesto, tenemos derecho- nuestra responsabilidad colectiva es la construcción de una mejor nación, entendiendo por esto la creación de un espacio que ofrezca la posibilidad generalizada para prosperar. La sobre simplificación de los asuntos públicos sólo consigue perpetuar la ignorancia incapacitándonos para nuestra tarea histórica. Mentir para ganar popularidad o para impedir que la gane aquel al que adverso es sumarse a la infame labor de imposibilitar un mejor futuro para México.

Si vamos a oponernos a alguien o si vamos a apoyar a otro más, necesitamos hacerlo con argumentos más inteligentes, que no satanicen ni beatifiquen; que escapen del simplismo y que apelen a la búsqueda de la verdad, por muy elusiva que ésta sea. Si no encontramos más argumentos que el interés personal o la simpatía/antipatía, tal vez sea mejor que no nos sumemos al ruido propagando argumentos mentirosos que hacen de la política algo cada vez más despreciable.

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