ME GUSTA EL FRÍO PORQUE NO TENGO FRÍO
¿Cómo podría tenerlo si vivo en una casa donde arden al mismo tiempo el fuego del amor y el de la chimenea?
¿Cómo podría tenerlo si por la noche me cubro con esta cobija saltillera de las que llaman "de lana y lana", blanca como una luna y caliente como un sol?
¿Cómo podría tener frío si llevo mi chaquetón de pluma de ganso, y mis guantes gruesos, y la bufanda que me tejió mi esposa, tan tibia y suave como sus manos?
¿Cómo podría tenerlo si bebo mi ponche de guayaba con añadidura de ron marinero, o mi té de yerbanís, humeante, o este brandy de España con sabor y aroma de coñac de Francia, capaz de volver tórrida a Noruega, según escribió Góngora?
Me gusta el frío porque no tengo frío.
Me pregunto si a los que tienen frío les gustará el frío.
¡Hasta mañana!...