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EL MEJOR GRUPO

EDUARDO SEPÚLVEDA

Dicen que a México le tocó el "grupo de la muerte", pero... ¿por qué alguien tiene que morir? ¿Se trata acaso de una guerra? Entiendo la expresión, pero ya pasó de moda. Basta.

A México le tocó el mejor grupo en el Mundial de Rusia, donde puede explotar su futbol, donde sus jugadores podrán lucirse y estar en la vitrina del mundo entero.

Le toca debutar ante el mejor, oportunidad inmejorable de hacer historia. Luego vendrá un rival asiático, el "gigante" de su confederación, al que ya se le ha ganado en un Mundial anterior. Para cerrar, un europeo de "medio pelo", que sin embargo dejó fuera a Italia (en repechaje) y a Holanda (en fase de grupos), y que sólo fue superado por Francia en su pelotón, pero que ostenta una de las mejores marcas goleadoras en la eliminatoria: 26 tantos a favor por sólo 9 en contra, para un apabullante 17 en la diferencia de goleo.

¡Vaya oportunidad para Osorio y sus muchachos! Una generación brillante, con mucho talento repartido por Europa, con atacantes que en verdad preocupan y porteros de sobra. ¿Cuál "grupo de la muerte"? Es el más parejo, nada más. Pero así somos, un día a alguien se le ocurrió llamarlo así y ahora, cada cuatro años, andamos buscando cuál va a ser y queremos que le toque a México. Porque nos gusta sufrir.

El Tri va a pasar en segundo lugar de su sector, por debajo de Alemania. Y seguirá su costumbre de quedarse en octavos; ante Brasil, poco se puede hacer (ya no es aquella selección de risa de hace cuatro años). Eso pasará si el río toma su cauce natural. Es para lo que hay. ¡Pero ya! Sin ser víctimas, por favor.

El Mundial está cerca, se puede respirar. Es el mejor torneo del mundo, por el que los aficionados vivimos y esperamos con ansias. Es la oportunidad de ver un desfile de banderas y culturas... y buen futbol.

Para mí, será la octava Copa del Mundo. Ahí nació mi gusto por el deporte más popular: Italia 1990 (aunque mi "Sugus" no me crea).

Estaba en cuarto de primaria y Érick Canedo me regaló un calendario. Seguí todos los partidos, todos los resultados. Descubrí a Yugoslavia en el mapa, el equipo de la quiniela de mamá. Me di cuenta que Uruguay era un país con historia futbolera. Vi fallar a Maradona. Fui testigo a la distancia de la definición de un grupo por sorteo. Seguí a la poderosa Alemania hasta la obtención del trofeo y la polémica marcación de Codesal.

Vi a Roger Milla. Al "Toto" Schillaci. A Omam Biyik sorprender a Argentina en la inauguración; ese partido lo seguí con mis compañeros de salón desde una tele en la biblioteca de la escuela. Vi lo que un balón puede provocar en el mundo. Lo único que me faltó ver fue a la selección de mi país.

Dedico estas líneas a mi amigo Daniel Núñez, un apasionado de verdad. Y a los alumnos de la Prepa UVM.

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