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El inhóspito norte sobre rieles

El Canadiense del extremo norte

Carro panorámico. Foto: Rail Manitoba & Minnesota Blog

Carro panorámico. Foto: Rail Manitoba & Minnesota Blog

DIRK VAN HOUTEN

El acero pulido de El Canadiense, el tren insignia de la VIA Rail, refleja las luces del centro de Toronto mientras se prepara para un viaje de 4 mil 466 kilómetros. Alguna vez fue el principal medio de transporte. Cruzaba el país desde el centro de sus praderas y sus cadenas montañosas hasta Vancouver, en la costa del Pacífico. Hoy día es más una atracción turística que una opción para el traslado eficiente. Ofrece cuatro días y cuatro noches por la agreste naturaleza, el suyo es un recorrido que podría hacerse en poco más de cuatro horas en avión.

Tal parece que El Canadiense es consciente de su lugar en la historia, y con grandeza comienza su viaje. El restaurante ofrece a los tripulantes cenas gourmet, entretenimiento y el lujo que recuerda la edad de oro de los trenes. Tiene clase económica y la sleeper plus. Ambas categorías tienen en sus vagones techo de burbujas. Desde el salón se puede ver la salida desde Toronto mientras el tren cobra vida. Pasa por la Torre CN, y por el corazón de la ciudad hacia los suburbios. Su faro muestra el camino a través del denso laberinto de pistas y edificios que conforman el centro urbano más grande del país.

Tras el primer sueño, los pasajeros se despiertan para encontrarse en el desierto olvidado del Canadian Shield. La naturaleza depositada en esa zona ha inspirado a artistas y pintores como el Grupo de los 7, cuyas imágenes de la zona geológica y ecológica son ahora de las más famosas de la nación.

El tren hace paradas todo el día para dejar gente al lado de las vías. Estas personas aún dependen del ferrocarril para transportar sus productos a campamentos remotos de caza y pesca en el desierto. Los pasajeros se van a dormir mientras aún están en las tierras salvajes de Ontario.

Durante el recorrido, los viajantes pueden ver la transición que lleva de los bosques a las praderas planas del valle, y con ella viene la frontera entre Ontario y Manitoba. La máquina se detiene en Winnipeg para el cambio de tripulación y el servicio mecánico. Los viajeros pueden visitar The Forks, punto de encuentro de rutas en canoa utilizadas por los primeros habitantes de la región, mucho antes del contacto europeo. Winnipeg se etiqueta a sí mismo como Puerta al Oeste, una referencia a su posición en el centro de Canadá, límite histórico entre las colonias originales de América del Norte y los asentamientos más nuevos al oeste del mapa.

El tren reanuda la marcha a tiempo para el almuerzo, aparecen kilómetros de tierras de cultivo, sube lentamente hacia montañas aún invisibles. Cruza hacia la provincia de Saskatchewan. Cuando se pone el sol, pueden verse millones de estrellas mientras se alcanzan las praderas oscuras, lejos de las luces de la ciudad. Hay una última parada en Saskatoon, la capital de Saskatchewan, antes de que la noche cierre los ojos de los turistas.

La luz de la mañana revela el negativo y surge Edmonton, la capital de Alberta. El caballo de acero es preparado para entrar a las montañas.

La siguiente parada es Jasper, la puerta de entrada a las Montañas Rocosas (sitio declarado patrimonio mundial por la UNESCO). Al noroeste de la ciudad, las elevadas formaciones llevan el nombre de hombres galardonados con la Cruz Victoria por el servicio ofrendado a Canadá durante las guerras mundiales. El Parque Nacional Jasper es considerado un atractivo de excepcional belleza natural y un hábitat de especies raras y en peligro de extinción. Es hogar de montañas, lagos, glaciares, cañones y fósiles. Jasper ofrece una magnífica vista del monte Robson. Sus 3 mil 954 metros le confieren el título de la más alta de las Montañas Rocosas. El tren se aferra al costado de las rocas cuando comienza a descender hacia el Océano Pacífico. Las vallas de alta tecnología mantienen los peligros fuera de la pista y advierten a los conductores si se rompen mientras la maquinaria devora los rieles curvados con pendientes pronunciadas que deslumbrarán a los viajeros con su belleza y los túneles que representan, de forma literal, atravesar el corazón de las montañas.

A medida que los viajeros salen del tren, reflexionan sobre el tamaño y la belleza de Canadá, atizados por la experiencia de verlo a ras de suelo en lugar de hacerlo desde la ventana de un avión. Una razón de que este ferrocarril transcontinental siga vigente es el turismo, uno que proviene, no en menor grado, de Estados Unidos o México.

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Toronto. Foto: Archivo Siglo Nuevo
Toronto. Foto: Archivo Siglo Nuevo
Carro panorámico. Foto: Rail Manitoba & Minnesota Blog
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Canadian Shield en Bahía Georgiana, Ontario. Foto: Ted Jacobs
Canadian Shield en Bahía Georgiana, Ontario. Foto: Ted Jacobs

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