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México: nuestros desaparecidos

ARNOLDO KRAUS

Desaparecido se ha convertido en término de uso común. Ya no es desaparecido, ahora es desaparecido. Las itálicas ya no se usan cuando quien escribe se refiere a una persona en paradero desconocido. Su carta de naturalización la ha validado el Diccionario de la Lengua Española; Desaparecido: "Dicho de una persona: Que se halla en paradero desconocido, sin que se sepa si vive". Es entre complejo e imposible pensar que una persona pueda desaparecer, y es inverosímil, pero tristemente real, que en nuestro país el listado fidedigno de desaparecidos provenga de la sociedad civil y no del gobierno. No contar con información válida de sus connacionales retrata una de las (casi) incontables enfermedades gubernamentales: la falta de interés y solidaridad de quienes llevan las riendas del país hacia los familiares de los desaparecidos.

Los números nunca serán exactos. Se habla de 32 mil desaparecidos. La inexactitud de la cifra se concatena con la naturaleza del embrollo: poca gente cree en el sistema de justicia de nuestro país y muy poca se acerca a las oficinas gubernamentales porque conocen la inutilidad de los brazos oficiales cuando se trata de atender y escuchar a quienes carecen de poder o representatividad. Sirva, entre muchos, el caso de los 43 alumnos de Ayotzinapa cuya indescriptible historia "goza" de una entrada en Wikipedia: "La desaparición forzada en Iguala en 2014 fue una serie de episodios de violencia… los hechos dejaron un saldo de al menos 9 personas fallecidas, 43 estudiantes desaparecidos…".

Una asociación crea un registro de personas en paradero desconocido en México. 32 mil desaparecidos ya tienen identidad, fue noticia de primera plana, en El País (14/11/2017) y en otros medios. Los números provienen de Data Cívica, asociación civil que lleva dos años trabajando en reconstruir y hacer una base de datos adecuada para identificar primero, y humanizar después, a los desaparecidos; mentarlos, con nombre y apellidos es indispensable, de no ser así, ¿cómo dignificar, si acaso ésa es la palabra, a la persona y a su familia?

Los datos aportados por Data Cívica distan mucho de la labor realizada por el Registro Nacional de Personas Extraviadas y Desaparecidas (RNPED), cuya base de datos se publica y depura de manera periódica en la página de la Secretaría de Gobernación; el Registro Nacional ofrece edad aproximada, talla, complexión y lugar de la desaparición, pero no el nombre completo de la persona, en contraste con la labor de Data Cívica , cuyo registro da nombres y apellidos. La realidad es simple y cruda: sin nombres no hay ni verdad ni justicia ni seres humanos. Se ha argumentado, con razón, que las víctimas sufren una doble desaparición: física -no hay cuerpo- y práctica -no hay nombres-. La suma de ambas tragedias hunde a los familiares en un impasse infernal: no hay cuerpo para enterrar y no hay apoyo gubernamental para buscar al familiar. Imposible cerrar el duelo. Imposible conciliarse con las autoridades cuando los desaparecidos dejaron de ser personas para convertirse en archivos y páginas de computadoras.

Los informes proporcionados por Data Cívica se adelantaron a la Ley General en materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición Cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas, promulgada el 16 de noviembre. A diferencia de la labor de Data Cívica, quienes no dispusieron de dinero para elaborar su trabajo, la nueva ley gubernamental contará con una bolsa de 469 millones de pesos. ¿Funcionará la nueva Ley? El tiempo lo dirá. Por ahora Data Cívica ha exhibido la apatía y mediocridad de las autoridades, léase RNPED, quienes han alegado que no proporcionaban nombres por mantener la confidencialidad y la protección de datos personales, argumento inválido, ya que la Ley General de Transparencia establece que la confidencialidad no se aplica cuando se trata de casos graves a violaciones de los Derechos Humanos.

De acuerdo con Mónica Mentis, encargada del proyecto de Data Cívica, "Con la nueva base de datos, lo que se puede hacer es validarla con organizaciones y colectivos de desaparecidos de los estados, lo que permitirá dar seguimiento a casos particulares"; además, agregó, "quienes lo deseen pueden subir fotografías".

La deshumanización de los desaparecidos y de sus familiares es brutal. El informe de Data Cívica disminuirá, un poco, sólo un poco, el dolor de los deudos.

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Escrito en: Arnoldo Kraus

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