Ella caminaba con gracioso andar. Su paso menudito hacía que latiera más aprisa el corazón de quien la amaba.
Él caminaba con airoso garbo. Su paso firme y gallardo hacía que su enamorada se sintiera protegida.
Pasaron los años. ¡Cómo pasan! Ahora ella y él caminan con dificultad. Los veo ir lentamente por un andador del parque. Se apoyan uno en el otro para no caer. Parece que cuentan cada paso, y miran cuidadosamente dónde pondrán el pie.
Pero van juntos, igual que han ido desde el día en que él le dijo que la amaba y ella respondió: "Yo también te quiero".
Para él ella sigue siendo la muchacha de paso gracioso y menudito. Para ella él es aún el hombre de gallardo y firme andar.
Así, ancianos en la vida y en el recuerdo jóvenes, seguirán juntos hasta que uno de los dos falte. Y juntos caminarán siempre y para siempre por un camino que no tiene final: el del amor.
¡Hasta mañana!...