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La buleadora sociedad civil mexicana

JULIO FAESLER

En una muestra valiente y oportuna la señora María Elena Morera presentó en el Sexto Foro Nacional Sumemos Causas" el Índice de Desarrollo Policial describiendo la inusitada violencia que asuela a nuestro país. Señaló que la inseguridad reinante ha llegado a dimensiones que merecen describirse como de "un verdadero estado de guerra".

Al mencionado foro, realizado en la terraza del Castillo de Chapultepec hace dos días, asistió el Presidente de la República acompañado por el Secretario de Gobernación. La señora Roberta Jacobson, Embajadora de los Estados Unidos fue invitada especial.

La ocasión no careció de dramatismo al escucharse la relación pormenorizada de la señora Morera que de manera simple y llana dio las terribles cifras de homicidios, secuestros, atracos y violaciones, todo ello acontecido durante la actual administración en la que se ha llegado a superar con mucho la de los años pasados.

El presidente de la República no dejó pasar tiempo para hacer una encendida defensa de la actuación de las fuerzas del Estado. Enfatizó y alabó la entrega sin límites de las fuerzas policiales, aunque admitió la debilidad y la impreparación de las mismas para realizar óptimamente la tarea que se les ha encomendado.

Seguramente provocado por la presencia de muchos elementos de la policía, el presidente externó que no es justo llamar a cuentas al gobierno y a su policía si la ciudadanía no hace otra cosa que criticar y condenar las fuerzas del orden y guardar silencio cuando la policía acierta.

Entre las expresiones del presidente la prensa y demás medios han destacado su acusación de que la sociedad civil ejerce un bullying en contra del gobierno.

Los señalamientos del presidente en torno a las declaraciones de la señora Morera, son una muestra de la intensidad a la que ha llegado el distanciamiento entre las autoridades y los grupos de la sociedad civil. Esto recuerda el enfrentamiento que se produjo entre el sector privado y el presidente Luis Echeverría a finales de su sexenio. Ahora, el choque de las visiones revela el ya desesperado intento de toda la sociedad mexicana sin excepción de hallar solución y acabar con la inseguridad y la inpunidad que priva en nuestro país.

Tampoco nada se gana, empero, con recriminaciones a la administración de Felipe Calderón a quien se le acusa de ser el iniciador de la guerra entre mafias, narcotraficantes y autoridades. La decisión del presidente Calderón de emprender frontalmente la guerra contra el narcotráfico respondió a la necesidad aún vigente de contener de alguna manera la criminalidad galopante de las mafias. Hoy en día, al paso de los años transcurridos desde esa administración, y la muy politizada insistencia de buscar otras formas de combatir la criminalidad creciente, ante la falta de preparación y carencia de nuevas estrategias de las cuerpos policiales federales y locales, el gobierno no ha podido alejarse de las necesidad de continuar involucrando a las fuerzas armadas de tierra y mar en este combate.

Tanto la señora Morera como el primer mandatario hicieron clara referencia a la impreparación en que todavía se encuentran los cuerpos del orden público y la estrujante miseria de armamento y de justa remuneración con que aún se ven obligados a arriesgar su vida.

El tema de la inseguridad y de la impunidad que campea en todo el país se encuentra sumergido y profundamente percudido por la corrupción que desde años prevalece en el México de nuestros nuestros días.

El presidente de la República, en su intento de defender las insuficientes acciones de su gobierno, expresó que las censuras ciudadanas constituyen un verdadero abuso, un verdadero bullying en donde el gobierno es la víctima. El indignado rechazo a semejante acusación no se hizo esperar y así se constata en las reacción de numerosos comentaristas en todos los medios. Es evidente que no podemos aceptar el que los reproches justificados de la sociedad civil equivalgan a un "bullying" cuya mejor definición es el abuso infligido desde una condición de superioridad y fuerza.

Por el contrario, la parte que se encuentra en notoria inferioridad es la sociedad civil inerme cuyos grupos de cualquiera dimensión buscan defenderse de la violencia circundante. Son reiteradas las experiencias de frecuentes intentos de núcleos de ciudadanos desesperados que buscan modelos de cooperación con las policías. El ensayo del policía amigo, conocido por el barrio, se ha diluido una y otra vez.

Se buscan acercamientos con los jefes policiales tanto delegacionales como municipales. Los ensayos no han fructificado porque en la base de la cualquier colaboración anida el interés del uniformado de aprovechar el miedo vecinal en beneficio propio.

Es importante enfatizar la valentía de la Señora Morera y de todos los grupos de la sociedad civil, que a pesar de la ineficacia del gobierno, no dejan de insistir sobre la urgencia de encontrar soluciones a los dramas que hacen de nuestro país un ejemplo lamentable en el mundo entero.

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Escrito en: Editorial Julio Faesler

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