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YAMIL DARWICH

Las revoluciones las hacen pequeños grupos de inconformes que logran crear efectivas redes de colaboración.

Veamos algunos ejemplos:

La Independencia de México se logró con la organización de españoles y criollos que no tenían verdadera participación - al menos igualdad de circunstancias- de los beneficios económicos que administraba el virrey y sus cortesanos.

Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y otros, iniciaron la guerra con la participación de algunos intelectuales agraviados, encabezando a los muchos proletarios; lograron formar verdaderas redes de comunicación hasta alcanzar acuerdos que funcionaron para consumar la Independencia de México, que por cierto no era propósito de inicio; recordemos la arenga del padre de la Patria, pronunciada desde la escalinata de la Parroquia de Dolores, cuando remató exclamando: "¡Viva Fernando VII!"

La Revolución de México, que de nueva cuenta festejaremos, también fue ideada y empezada por solo unos pocos pensadores que se organizaron adecuadamente; las redes de comunicación formadas por Francisco I. Madero, funcionaron a la perfección, detonando la conflagración el 20 de noviembre de 1910.

El dato curioso y poco conocido es el apresuramiento de algunos laguneros, quienes en Gómez Palacio, encabezados por Orestes Pereyra, iniciaron la noche anterior el levantamiento que terminó siendo sofocado - ya en Lerdo, Durango - unas cuantas horas después. Ahí queda eso como descripción de la determinación de nuestros antecesores.

La revolución Rusa -1917- se dio por la organización de algunos rebeldes e intelectuales inconformes con el Zarismo, logrando mover a las masas -180 millones de rusos- desesperados por la pobreza, hambre y frío.

En Rumania, Nicolae Ceausescu, fue abucheado en Bucarest el 21 de diciembre de 1989. El dictador había logrado el control del país con solo unos cuantos miles de seguidores, hasta que otros pocos lograron mover a las masas logrando su derrocamiento.

Lo mismo ha sucedido en la historia del mundo con la organización de los ciudadanos; la caída de reyes, dictadores o emperadores, que deben dejar el poder para que otros lo ocupen, aunque no siempre representan cambios benéficos para el pueblo.

Desde luego que hay algunas excepciones, casos del Reino Unido o de España, por ejemplo. En esos estados, los reyes han sido lo suficientemente inteligentes para no enfrentar al pueblo decidido, aceptando compartir el poder con "la plebe", dejando para sí mismos el boato, la opulencia y el resplandor de la vida en medio de pompa y platillo. Finalmente ganar-ganar es un buen negocio.

La consecuencia, tristemente humana, es el resultado que generalmente se da al final de las revoluciones armadas: la eterna injusticia ejecutada por el ganador, que se "sienta" sobre lo logrado con la victoria. Recuerde aquello de "quítate tú para ponerme yo", según reza el refrán mexicano.

Los españoles insurrectos, algunos criollos y contados mestizos que alcanzaron la Independencia se transformaron en la nueva corte mexicana, deseosos de enriquecerse; los indígenas continuaron padeciendo abusos, hasta su casi exterminio. Recuerde las "encomiendas" con los nuevos tlatoanis esclavizadores.

En general, las hordas independentistas regresaron a sus tierras a soportar la mayor pobreza, con las esperanzas de cambios y mejora completamente rotas.

Finalizada la Revolución, las mal organizadas tropas fueron disueltas y regresaron a sus comunidades a continuar padeciendo el sometimiento aplicado por unos pocos; los nuevos líderes -que poco hicieron por el movimiento- asesinaron a los generadores del triunfo -Francisco Villa, Emiliano Zapata y otros- organizándose como una nueva "corte en el poder" que empezó a buscar el beneficio material personal.

Para lograr sus propósitos los usurpadores del poder han seguido una fórmula infalible: Formar redes de contubernio que se apoyen entre sí para lograr los propósitos del grupo, distanciándose de definiciones y declaraciones originales; obstaculizar y destruir toda organización contraria; y dado el caso, por necesidad y conveniencia, corromper o comprar a líderes opositores; también, buscar alianzas con fuerzas externas -extranjeras- que pudieran romperles sus propósitos de poder -enriquecimiento-.

En nuestra historia reciente hay solamente una diferencia: nos peleamos y no sabemos colaborar en fines justos y comunitarios. Somos individualistas.

Revise la historia política y de nuestros partidos: un PRI que nació con ideales que se fueron perdiendo; la izquierda desorganizada -principalmente PRD y MORENA- que al llegar al poder retoman los vicios por los que se desarticularon del partido hasta entonces "oficial"; el PAN, alejado del pensamiento de sus formadores y plagado de egoísmo, incluida la corrupción y la lucha entre ellos mismos, debilitándose rápidamente. Luego viene la llamada "chiquillada" que navega "sin ton ni son", algunos dedicados al abuso, aprovechando las fallas de legislación.

Conforme a teoría e historia, aparece la oportunidad del cambio, con una sociedad organizada, encabezada por unos pocos, casos de Observatorio Ciudadano, que aspiramos continúen bien intencionados y hasta los candidatos independientes, esperando no caigan en la seducción del poder.

Informémonos, decidamos, seamos proactivos, participemos, promovamos el cambio. Usted decide.

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