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Refranero del Quijote

EL QUIJOTE I, 18

Refranero del Quijote

Refranero del Quijote

J. A. GARCÍA

Cuando iban por el camino don Quijote y Sancho Panza, luego de que éste último fue manteado [echado a volar por los aires colocado sobre una manta] en la venta en que estuvieron, don Quijote vio que “venía hacia ellos una grande y espesa polvareda” y creyó que se trataba “de un copiosísimo ejército que de diversas e innumerables gentes por allí viene marchando”.

Sancho le hace notar que de la parte contraria del camino “se levanta, asimismo, otra semejante polvareda”. Lo cual hizo suponer a don Quijote “que eran dos ejércitos que venían a embestirse y a encontrarse en aquella espaciosa llanura”. En los términos de su loca fantasía y de sus extensas lecturas de libros de caballerías, dice a su escudero que uno es el ejército “del emperador Alifanfarón, señor de la grande isla de Trapobana” y el otro el “de su enemigo el rey de los garamantas, Pentapolín del Arremangado Brazo, porque siempre entra a las batallas con el brazo derecho desnudo”.

En respuesta a la pregunta que Sancho le hace, don Quijote le explica a qué obedece que “se quieran tan mal estos señores”, junto con numerosas circunstancias que dejan absorto al escudero. Y que siendo pagano el otro, don Quijote decide, al darse la batalla, combatir al lado de Pentapolín.

Cuando las nubes de polvo se aproximan, amo y escudero suben a un altillo para tener una mejor observación, y Sancho se da cuenta de que no se trata de dos ejércitos sino de un par de rebaños, de carneros y de ovejas. A pesar de la advertencia de su escudero, don Quijote entra en batalla y es feamente arrollado por los animales y apedreado por los pastores que los acompañaban. Después de la refriega, Sancho auxilia a su señor y hace recuento de los daños que en su cuerpo ha sufrido, entre otros la pérdida de dos muelas y media.

Aunque todo salió mal en ésta y en las anteriores aventuras que han tenido, don Quijote trata de consolar a su desanimado escudero y le dice que “HABIENDO DURADO MUCHO EL MAL, EL BIEN ESTÁ YA CERCA”.

Lo cual en efecto así suele suceder, porque, se dice en nuestro país, “no hay mal que dure cien años. Ni quien lo aguante”.

@jagarciavilla

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