Columnas Social

PEQUEÑAS ESPECIES

M.V.Z. FRANCISCO NÚÑEZ GONZÁLEZ

"ÁNGELES DE CUATRO PATAS"

Con el transcurso de los años, conviviendo con "el mejor amigo del hombre", me he dado cuenta que ahora resulta más fácil entenderlos. Tal vez para mis colegas dedicados también a las mascotas no le sea tan novedosa mi apreciación, sobre todo aquéllos que tienen años de experiencia, para aquéllos que se inician en el gremio realmente es interesante comprender a las mascotas, siendo la Etología la ciencia encargada del estudio del comportamiento animal.

Al ver llegar a un paciente, inmediatamente nos damos cuenta de su carácter, también por su expresión nos refleja el dolor y hasta la angustia por la que está pasando, hay pacientes que llegan temblando y les llevan arrastrando como si fueran a una sala de tortura, sólo los llevan a bañar o alguna vacuna, su "sufrimiento" es muy diferente a quien lo padece realmente.

Desafortunadamente, también nos damos cuenta cuando están próximos a fallecer; su tipo de respiración, el estado físico, pacientes deshidratados y caquécticos que han dejado de comer durante semanas, muestran debilidad y algunos en estado de coma, pacientes seniles cuyo corazón nos indica la proximidad de su fin, o aquéllos que nos llevan aparentemente "bien" después de haber sido arrollados por un vehículo, no muestran fracturas o heridas aparentes, pero lamentablemente sufren de hemorragia interna.

Hace unos días, llegó a la clínica un pequeño chihuahueño de lo más simpático y agradable, cada vez que nos dirigíamos a él meneaba su pequeño cuerpo de medio kilogramo y daba un giro como si se tratase de un juguete de cuerda, lejos de cansarse realmente gozaba del juego, verdaderamente una mascota con "ángel".

En cambio, hay mascotas que ni sus mismos dueños pueden controlar, teníamos un paciente Pastor Alemán que para bañarlo y aplicarle vacunas había que tranquilizarle para sacarlo de la jaula, exageradamente bravo; sin embargo, lo conocí de cachorro y lo traté continuamente hasta los seis meses, era una excelente mascota noble y juguetona, aunque nunca le faltó techo y comida, pero después careció de cariño y convivencia, el abandono y la falta de aprecio fueron factores claves para el cambio de comportamiento. Tal vez sea por la edad o por los años de convivir con las mascotas, pero me he dado cuenta que nos volvemos más sentimentales ahora de viejos que cuando iniciamos el hermoso camino de la Medicina Veterinaria, también lo he notado en los asistentes que han trabajado en la clínica. Tuvimos hace tiempo a dos perros adoptados en la clínica; un perro cruza de Poodle que vivía en las calles a quién le extirparon un riñón el grupo de mi hija Alejandra en la clase de Técnicas quirúrgicas cuando era estudiante, un requisito para aprobar esa materia en la carrera de Veterinaria, donde lo más importante no es la cirugía, sino la recuperación del paciente, evolucionó con un excelente estado de salud y quedó más que agradecido como si realmente hubiera necesitado la cirugía de urgencia y con ella haberle logrado salvar la vida. El otro “huésped” es un enorme labrador dorado que llevaba semanas deambulando por las calles, de un carácter agradable y sobre todo muy amigable, le dimos asilo debido a que se echaba en medio de la calle y estuvieron varias veces a punto de atropellarle, no podíamos dejarle abandonado, sólo esperamos una familia de buen corazón para que adopte a estas simpatiquísimas mascotas. Precisamente en la casa de un servidor tenemos dos mascotas de un cliente, perro que ve en la calle lo recoge, no se diga si éste está sufriendo. Ambos perros los llevó a la clínica, uno para cirugía de fractura expuesta y el otro que padecía de sarna; después de recuperarse, ambos pasaron semanas enjaulados y no tuve corazón para que continuaran encerrados, y ahora son los “niños” de la casa de un servidor, aunque mi esposa no estaba muy convencida al principio con la idea de llevar a mis “muchachitos”, pero al fin accedió. Me he dado cuenta que también los asistentes que han trabajado en la clínica se llegan a encariñar con estos “huerfanitos”, una excelente doctora que trabajó con un servidor adoptó al labrador que se encontraba sin dueño, sería el noveno perro para su casa, además de sus cuatro gatos. Hace años, teníamos en la clínica a la venta unos cachorros Pointer Alemán, uno de ellos no se vendió, era un perrito simpatiquísimo, de color café, le llamábamos “Chocolate”. Al llegar a la clínica, siempre nos hacía una gran fiesta, como si fuera el momento más esperado del día para él, al llegar y hablarle con palabras cariñosas era sorprendente su algarabía, ¡con que poco era feliz!, aunque realmente nosotros éramos todo para él. El tiempo pasó y estaba por cumplir cerca de cuatro meses de edad el cachorro en la jaula, pensaba en la urgencia de encontrarle un hogar a como diera lugar. Un buen día, al llegar a la clínica, encontré a mi asistente secándose una lágrima muy disimuladamente, le pregunté que le sucedía, sin poder contenerse rompió en llanto y me dijo... ¡Acabo de vender a “Chocolate”! [email protected]

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