¿TODO SE PAGA?
Carlos es propietario de un negocio que a base de su esfuerzo se ha hecho más grande con el paso del tiempo, me comentaba que gran parte de su vida, y desde antes de casarse, comenzó con una pequeña empresa que en la actualidad es sólida y en expansión, pero me ha costado mucho continúa diciendo, ya que por estar al pendiente de todos los detalles de mi negocio, me he perdido de muchas cosas buenas de la vida.
No había podido saborear los pequeños detalle cotidianos, como el salir a caminar y respirar el aire fresco, también muchas de las veces, me perdí de los eventos escolares de mis hijos, así como las celebraciones de sus cumpleaños, y ni que decir de mis amigos, de quienes también me separé, pues siempre me encontraba trabajando. Al grado de pensar y de llegar a creer incluso que eso era lo normal. Las personas más apegadas a mí me lo decían al principio como un comentario simple, y al paso del tiempo me lo decían más como un consejo, para que yo mejorara mi entorno, no desde el punto de vista económico, sino desde el punto de vista de mi vida personal, es decir que fuera menos perfeccionista, menos obsesivo por mejorar, que me diera permiso de fallar, de cometer errores, es decir "que volviera a vivir la vida"…. No es que yo quisiera hacer todo esto, o que no me propusiera a cambiar sino que más bien no encontraba el "cómo".
Un día al ir transitando por la calle me encontré un perro herido, al parecer lo habían atropellado, pues tenía heridas recientes y sangraba de ellas.
Me paré, lo recogí y lo llevé al veterinario, me fui al trabajo, pero me quedé con la duda de que si viviría o no, y si sus heridas iban a dejar secuelas en él. El perro en cuestión, pasó tres días en tratamiento y recuperación, al cabo de los cuales fui a recogerlo con mis hijos, quienes estaban primero muy angustiados y después muy emocionados, pues nunca habíamos tenido un perro en casa, ya que a mí no me gustaban. Mi primera intención fue regresar el perro a la calle, pero a recomendación del veterinario, me aconsejó que no lo hiciera y me recomendó que cuando menos me quedara con él hasta que se restableciera por completo, ya que también lo había "esterilizado" y requería por tanto de unos días de más cuidado.
Estos pocos días de cuidado se convirtieron ya en nueve años, y sigue contando, ya que nos quedamos de por vida con "Solo" nombre que le pusieron mis hijos a nuestro perro.
Como por arte de magia mi vida
cambió, ya que al principio teníamos
que darle terapia al perro y después llevarlo
a caminar. Nos involucramos tanto
en esto mis hijos y yo, ya que sacá-
bamos a caminar al “Solo” todos en familia
dos o tres veces por semana.
Aprovechando este tiempo para
convivir y platicar nuestras cosas.
Mis hijos de adolescentes se convirtieron
en jóvenes, luego en adultos
y ahora cuando quieren platicarme
algo en confianza, como pretexto
decimos vamos a sacar a caminar
al “Solo” estrechándose en mi familia
los lazos de cariño y de confianza.
Y así de una manera inesperada
pasé de ayudar en su vida a mi perro
el “Solo”, a que éste me ayudara
en mi vida a mí.
Ahora cuando mis amigos me
ven con mi perro y me dicen…. éste
es el perro que rescataste?, sonriente
los corrijo y les digo, más bien él
me rescató a mí.
Y ahora, para terminar, una gota de
filosofía: NO PROMETAS COSAS QUE
NO VAS A CUMPLIR, LO ÚNICO QUE
LOGRAS ES DESTROZAR LA ILUSIÓN
DE ALGUIEN QUE CREE EN TI.