Margarita, mejor sola que con PAN sin hueso
Muy grande ha de ser la ambición de Margarita por ocupar la silla presidencial para haber renunciado al partido que la cobijó durante más de 30 años. Me pregunto: ¿Qué hace que alguien que ha militado tanto tiempo en un partido político, decida en un momento dado renunciar porque no ha sido nominada como candidata a la presidencia de la república? Se tiene que tener un ego enorme para pensar que es merecedora de ocupar el más alto cargo al que un político puede aspirar. ¿De dónde viene tan intenso afán? ¿De servir?, ¿De implementar reformas al sistema de gobierno? o de ¿continuar el proyecto que dejó inconcluso su esposo Calderón? (si es que hubo proyecto)
Preguntémonos: ¿Qué hizo como primera dama, cuando estuvo al frente del DIF? ¿Cuál fue su papel en el trágico incendio de la guardería ABC? ¿Con qué autoridad moral puede desempeñarse una Jefa de Estado, cuando sobre sus hombros pesan por complicidad y abono a la impunidad la muerte de 49 infantes?
Quizás, ella, ya lo olvidó, o tal vez piense que los mexicanos no tenemos memoria; pero hay documentos que prueban que ella ayudó a encubrir datos sobre el incendio para proteger a su sobrina Marcia Gómez del Campo, pariente de Mariana Gómez del Campo, dueña de la guardería incendiada; en tanto su esposo Felipe calderón, entonces presidente de la república ordenó que no hubiera declaraciones oficiales a los padres de familia ni a los medios; y protegió a Juan Molinar Horcasitas, entonces Director del IMSS, responsable directo de otorgar permiso de funcionamiento, a pesar de las irregularidades y falta de requisitos mínimos de seguridad de la Guardería ABC
Con un historial así, ¿cómo puede una persona, sin solvencia moral, aspirar a un cargo en el que sus principios deben estar por encima de los de sus adversarios políticos?
Creo que no basta haber fungido como primera dama de un presidente, quien para tomar protesta como tal, tuvo que entrar por la puerta trasera al recinto oficial; un presidente que a 10 días de su ejercicio en su nuevo cargo declaró la guerra al crimen organizado; que ayudó a ocultar la responsabilidad de su prima en el incendio de la guardería ABC, en la que fallecieron 49 niños y niñas y 76 más quedaron con quemaduras graves; que decretó la extinción de la paraestatal Luz y Fuerza del Centro, dejando sin empleo a 44 mil personas; que justificó la muerte de 17 jóvenes por un comando armado, bajo el argumento no probado de que eran pandilleros; que fue responsable de los gastos excesivos en la construcción de la Estela de Luz para festejar el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución mexicana; que suspendió indefinidamente los vuelos de Mexicana de Aviación; que canceló la participación del país en el Año de México en Francia, por el caso de la francesa Florence Cassez, presunta secuestradora que operaba aquí en México; que mostró desinterés en el hallazgo de 72 cadáveres de migrantes centroamericanos en una fosa clandestina, en San Fernando, Tamaulipas; y que la misma pasividad mostró en la muerte de 52 personas en el casino Royale de Monterrey, N.L.; y mientras todo esto y más ocurría durante el sexenio del Titular del Ejecutivo, ¿dónde estaba Margarita? ¿Qué tanta influencia ejerció o dejó de ejercer en la toma de decisiones de su marido?
Cualquier primera dama es, en alguna medida, responsable de los aciertos y errores de su pareja, ya por comisión, ya por omisión, pero responsable al fin; y si bien es cierto, el ex presidente Calderón tuvo algunos buenos momentos, la historia lo ha juzgado como un presidente que empezó su mandato como un presidente espurio y lo terminó en medio de más 50 mil muertes por el crimen organizado a quien enfrentó con el ejército mexicano.
¿Cómo ver en Margarita en la silla presidencial, sin pensar en Felipe Calderón y en los miles de muertos por una mala decisión?
Héctor García Pérez
Comarca Lagunera
